Pertenezco a ese grupo de personas que, después de una buena película, adquiere la personalidad del protagonista. Hace unos meses vi Interstellar y estuve noches enteras investigando sobre el espacio y los agujeros negros, hasta el punto de rozar la locura y buscar en internet los requisitos para ser astronauta. Un tiempo después, me animé con la saga de Fast and Furious y empecé a aficionarme a los coches. Un día, decidí poner el Ford Fiesta a más de 120 km/h, pero la DGT frustró mi sueño con una multa de 100€. En la actualidad, vivo inmerso en una película de amor y drama llamada Bajo el cielo de Son Moix, donde mi identidad se funde con la del protagonista: Samuel Almeida Costa, más conocido como Samu Costa.
Samu Costa es el jugador de barrio por excelencia: humilde, currante y defensor de los suyos. Sus tatuajes y los pantalones caídos le dan un toque intimidante que hace que cualquier rival piense dos veces antes de acercarse a su portería. El centrocampista portugués no se molesta en andar de puntillas; quiere que sus oponentes oigan sus pasos en el campo, desea que se confíen hasta el punto de pensar que ya no hay peligro. Pero recuerda: siempre habrá un Samu Costa debajo de tu cama.
A sus 23 años, el centrocampista portugués desempeña a la perfección el oficio de guardaespaldas. Cuando la cosa se pone fea, ahí está él para salvarte, arroparte y decirte que todo va a ir bien. Detrás de su apariencia de tipo duro, también se encuentra un jugador que protege a su equipo con el amor de una madre, la lealtad de una amistad y la pasión por el fútbol.
Poco más de media temporada en el club bermellón le ha bastado al portugués para ganarse el cariño y respeto de toda la isla. En Son Moix se valora el trabajo y la humildad, dos valores que van de la mano con el protagonista de esta temporada. Tanto en el fútbol como en la vida, es necesario tener a un Samu Costa a tu lado, porque de lo contrario, estarás el resto de tu vida mirando debajo de tu cama.