Javier Aguirre, como ya hiciera en el partido de Copa del Rey ante el Girona, le gana la partida a Míchel. El Mallorca vence un encuentro dominado por el viento gracias a un solitario gol de un Copete que ha firmado su mejor partido desde que llegó a la isla en verano de 2022.  El técnico mexicano introdujo tres cambios respecto al once que presentó el martes en Anoeta y la jugada le salió a la perfección. En la línea defensiva solo Jaume Costa rotó, en la zona ancha Mascarell sustituía a Samu Costa y arriba Larin y Muriqi dejaban a Abdón en el banquillo. El Girona salió con todo con la excepción de Yangel Herrera, sancionado, al que sustituyó un John Solís que no estuvo a la altura.

Los primeros minutos fueron toda una declaración de intenciones de los muchachos de Javier Aguirre, que mordían y presionaban hombre por hombre al Girona, arriesgando mucho, dejando a Dobvyk y Savinho prácticamente en un dos para dos en casi todas las acciones. Ese riesgo iba encontrando premio según avanzaban los minutos, el Girona se sentía tremendamente incómodo, sin poder salir con el balón jugado y perdiendo los balones largos con los que Gazzaniga intentaba deshacerse de la presión bermellona. La presión alta hacía recuperar muchos balones y hacerlo muy arriba para crear peligro rápidamente. A través de esos ataques el Mallorca se hacía fuerte y lograba crear peligro, sobre todo gracias a acciones de balón parado como córners y faltas lejanas que terminaban en centros laterales.

Así tuvo las más claras el Mallorca, llegando a toparse con el larguero y amenazando continuamente a Gazzaniga. Pasado el ecuador de la primera mitad y con el Girona cada vez menos cómodo llegó el merecido gol de los bermellones. Un córner botado desde la derecha fue rechazado y Mascarell, en la media luna, remató mordido provocando un pequeño barullo en el área que terminaría dejando a Copete solo, con tiempo para pensar y en posición franca para rematar con potencia y altura al fondo de la red. Revisó el VAR el gol por posible mano previa de Larin, pero Hernández Maheso no fue a la pantalla. El gol no despistó a los bermellones y continuaron con su plan de partido llegando al descanso con la sensación de que el 2-0 estaba más cerca del empate.

A la vuelta de vestuarios el Girona se mostró algo más ambicioso desde el inicio y el Mallorca, como era previsible, esperaba algo más agazapado en su campo. La presión de los locales no era ya tan intensa y el conjunto catalán lo aprovechó para dominar el partido y mover el balón. De todas formas, le faltaba mucha verticalidad al segundo clasificado de LaLiga y ni Aguirre ni Míchel tardarían en hacer cambios. En el Mallorca entraban Nacho Vidal y Morlanes por unos cansados Valjent, con amarilla, y Antonio Sánchez. Por su parte, el Girona daba entrada a Portu en detrimento de Iván Martín. Los cambios consiguieron el objetivo de Aguirre de meter piernas frescas, pero a Míchel le salió rana la jugada y a pesar de tener el balón seguía sin dar con la tecla y no llegaba a la meta defendida por Rajkovic.

No fue hasta mediada la segunda mitad que el Girona encontraría verticalidad y pases entre líneas que pusieran en serios aprietos a la zaga mallorquinista. Aleix García y Tsygankov empezaron a encontrar en posiciones interiores y cercanas al área a los Dobvyk y Savinho, acompañados por los laterales, siempre ofensivos en el planteamiento de Míchel, que distribuían con criterio para desmarcarse después y buscar posiciones de remate, pero siempre había un defensa vestido de rojo para interceptar todas las intentonas del Girona. El Mallorca aguantaba estoicamente y la más clara del Girona la tuvo Portu, que después de una gran carrera por banda derecha vio como antes de golpear Copete le arrebataba el balón y este le caía a Savinho, que recortó en varias ocasiones antes de disparar hacia el cuerpo, de nuevo, del central andaluz impidiendo el gol del empate. Aguirre veía como se acercaba el Girona y metió a Abdón, Samu Costa y Darder para amarrar el resultado. Así fue, el Girona lo intentó de todas las maneras, pero se topó constantemente con un muro.

Declarado el estado de alegría en Son Moix tras la semana perfecta. El mallorquinismo celebró con sus jugadores el pase a la final de Copa del Rey entonando el “illa, illa, illa, nos vamos a Sevilla” y también el hecho de situarse a ocho puntos del Cádiz, que marca la salvación, ya bastante alejados de un descenso que parece estará barato.