El de hoy no es un día cualquiera… Este martes el RCD Mallorca disputa unas semifinales de Copa del Rey. Lo hará 15 años después de la última vez que los bermellones pisaron esta eliminatoria. No será un partido más, podría ser un nuevo punto de inflexión en infinidad de asuntos. El primero de todo es obvio: un chute de energía para que el equipo dirigido por Javier Aguirre coja la confianza necesaria y logre una permanencia tranquila en Primera División. Pero si este partido ante la Real Sociedad es importante, lo es por una afición única. Los mallorquinistas que hace menos de una década estaba animando al equipo por los campos de Segunda División B como Olot, Peralada u Ontinyent ven en estas semifinales la utopía hecha realidad.

Javier Aguirre ha sido la mar de cauto en la previa del partido. No ha querido embarcarse en el optimismo como sí han hecho tanto los aficionados como muchos de los jugadores. Las redes sociales son el fiel reflejo de que el sueño está más vivo que nunca. Y es que, pese a que hay muchos que le dan más importancia a LaLiga (es verdad que la situación podría ser algo mejor), la Copa del Rey es un salvoconducto necesario para todos. El nivel mostrado por el Mallorca en esta competición es superlativo: de no encajar hasta los cuartos de final contra el Girona hasta, precisamente, ese enfrentamiento ante los catalanes.

Y tal vez ese tiene que ser el ejemplo a seguir, el del partido contra el Girona. La primera media hora vista en Son Moix hace ya un par de días debería replicarse para ir a Anoeta con un resultado que permita seguir en la batalla por llegar a la final de Sevilla. Aunque quede mucho para esa segunda cita de la eliminatoria, ese es objetivo real para Aguirre: llegar con opciones al partido de vuelta. “Hay que entender que es un partido de 180 minutos y que nada termina mañana”, reconocía el mexicano en la rueda de prensa previa al choque de este martes.

Más allá de lo que suceda en Son Moix, más allá de lo puramente deportivo, el mallorquinismo está en la antesala de un momento único. El recuerdo de las últimas semifinales ante el FC Barcelona sigue ahí. Ese penalti errado por Josep Lluís Martí. Esa parada de José Manuel Pinto. Pero también se recuerdan otras cosas más lejanas. Momentos que una generación no ha logrado vivir: una final. Porque ese es otro tema a tener en cuenta. La nueva legión de mallorquinistas no sabe qué es vivir una final de Copa del Rey. Es más, los más recientes ven incluso raro estar en Primera División. Por ello, es el momento de dar un paso adelante. Por el Mallorca, por sus aficionados.

Tenerife 0-1 Mallorca
Foto: RCD Mallorca