El 2024 ha empezado con grandes noticias para la afición bermellona, empezando por la remodelación de un Son Moix que ha quedado que ni pintado y con una ilusionante clasificación para semifinales de Copa del Rey. Además, Pablo Ortells ha traído a dos jugadores que el equipo de Javier Aguirre parecía necesitar: un lateral diestro y un jugador de banda. Ambos tienen experiencia en el primer nivel y han demostrado que son capaces de rendir. Pese a todo ello, hay un punto negativo que no tiene explicación: Son Bibiloni y la gestión del filial bermellón.

En enero de 2016, en medio de una crisis económica y deportiva, Robert Sarver se convirtió en el propietario del RCD Mallorca. Desde entonces, y a pesar del descenso a Segunda División B de aquel mismo año, el club ha vivido grandes momentos y nadie duda de que, al menos hasta ahora, la llegada del dólar americano a la isla ha sido un regalo para el club. Al final de la pasada temporada Robert Sarver se desvinculó del Mallorca y Andy Kohlberg, que siempre había parecido estar más implicado en el proyecto, cogió las riendas como máximo accionista y presidente, cargo que ya ostentaba. El club ha vivido una transformación a partir de un proyecto que no es otro que el de asentarse, como parece se está consiguiendo (lo digo en voz baja), en la primera categoría de nuestro fútbol.

Un ‘problema’: Son Bibiloni

Con el último movimiento de mercado del Mallorca, la cesión del canterano David López al Elche con una opción de compra difícilmente comprensible, sale de nuevo a la superficie la que parece ser la única área del club que no ha evolucionado con el resto: la cantera. El fútbol base del Mallorca, es decir, los críos, no es tan relevante, pero sí lo es el Mallorca B. Los de Gustavo Siviero están en el Grupo 11 de la TerceraRFEF o lo que es lo mismo, en la quinta categoría del fútbol español. En LaLiga, solo Girona, un club con un proyecto de cantera flojo porque tiene al City Group detrás, Almería, que va a golpe de talonario, y Rayo Vallecano tienen a sus filiales en una categoría tan baja.

Si bien es cierto que lo primordial es el primer equipo, habría que hacer un esfuerzo con el Mallorca B para que suba todas las categorías que pueda. ¿Por qué? Porque en cuanto sale un jugador como David López, no puede curtirse en Primera División porque aún está algo verde y no puede seguir en TerceraRFEF porque tiene un nivel superior y se puede estancar. Ahí es cuando o tienen que marcharse cedidos en busca de minutos como hizo Javi Llabrés el año pasado o como lo ha hecho Josep Gayá en este; o cuando directamente se marchan traspasados a otras canteras de superior categoría como hicieron en su día Rafa Obrador, Ferran Quetglás, Iván Bravo o Pablo Ramón, entre otros.

El año pasado, con el “B” en SegundaRFEF, se hizo un proyecto poco ambicioso, demostrándose ya a principios de temporada que esa plantilla, por más empeño que pusiesen, estaba abocada al descenso. Así fue, el Mallorca descendió con varias jornadas de antelación. Puede parecer un factor menor, pero si el club quiere seguir en su línea, ambicioso y trabajando para mejorar al club en todas sus áreas, debe tomar ejemplo, salvando obviamente las distancias porque tienen una infraestructura de otro nivel, de la Real Sociedad, del Villarreal o incluso del Celta, Getafe o del Alavés. Equipos que poco a poco van sacando chavales de la cantera que bien les pueden servir para el primer equipo, para seguir siendo competitivos con el “B” o incluso para hacer caja con ellos.

Cabe que la directiva del Mallorca haga una reflexión sobre su política de cantera y sobre la importancia que tiene el Mallorca B en la estructura del club. Los David López, Dani Luna, Leo Román y quien sabe qué otros tantos, podrían entonces haber elegido otro camino, el del Mallorca B, para sumar minutos a la vez que están en una categoría competitiva que les prepare para la élite. Ahora bien, ¿qué pasa con Son Bibiloni?

David López, en Son Bibiloni
David López, en Son Bibiloni (Foto: RCD Mallorca)