Con emoción y Omar Mascarell el Mallorca está en semifinales de la Copa del Rey por quinta vez en su historia. Venció al Girona, líder de LaLiga, por 3-2. Javier Aguirre dio una lección a Míchel, el entrenador de moda, sobre todo en el primer tiempo. Y en el segundo, hasta que Munuera Montero se inventara un penalti de Raíllo, que lo expulsó unos segundos después por decirle «que te pires…».

Hay una frase que dijo el entrenador mexicano en la rueda de prensa que me llamó mucho la atención: «Los jugadores hicieron un partido más allá de lo táctico, tenían unas ganas que traspasaban los poros». Exacto. Allí estaba la llave del partido. En la emoción. Eso es. La parte irracional se puso por delante la racional. El sentimiento, por encima del talento. El amor, más que el dinero.

Los jugadores y los aficionados bermellones enseñaron el camino a los mortales. Un camino lleno de trabajo, sacrificio, desgaste, sufrimiento, pero con una meta al final: la recompensa. La recompensa del propio camino y de la meta. Porque siempre se llega cuando hay coraje. Coraje, como el que derrocharon desde el primer minuto.

Focalizar la victoria en nombres propios es lo habitual. Todos han tenido su cuota de protagonismo. Bueno, todos no. El encuentro de Omar Mascarell ha pasado desapercibido. Nadie le ha dedicado una mención especial al futbolista que ancló al equipo. Sin el canario, el engranaje no hubiera girado.  Es la pieza que hace rotar sin que nadie perciba su importancia. No es marketiniano.

Ayer me fijé en un pase horizontal de Mascarell. Fue un pase raso que llego a Larin. De unos 30 metros. Nadie lo cortó. Y pensé: aquí está la llave del Mallorca en el campo. Aquí está el cerebro de Javier Aguirre en el campo. Aquí está el jugador racional en un partido dominado por la emoción.

La emoción te lleva a la ilusión. Quince años después el Mallorca vuelve a unos Cuartos de final de la Copa del Rey. Hay que emocionarse para ilusionarse.

En un libro de poesía leí: «Cuando se consigue la luz adecuada para brillar, nace un momento imparable». Ha nacido el momento imparable del Mallorca. La emoción dirige. Y la ilusión, dibuja nuevos horizontes.