Eran las tres de la mañana. Algunos se habían puesto las alarmas y otros directamente no habían dormido todavía. España tenía una oportunidad inmejorable para plantarse en las semifinales del Mundial ante Países Bajos. Después de la goleada en octavos ante Suiza, la moral venía alta, algo que se trasladó rápidamente al terreno de juego. La selección dominó, pero el resultado al final de los 90 minutos era de empate. Tuvimos que esperar a la prórroga para clasificar. Salma Paralluelo, que había salido en la segunda parte, anotó el gol de la desigualdad. España se metía entre las cuatro mejores y, ahora sí, podíamos soñar.

Jorge Vilda es un entrenador que, si algo le funciona, no lo toca. Lo hemos visto mil veces y hoy no iba a ser diferente. En el once tan solo había un cambio con respecto a Suiza, entrando Mariona -que no tuvo minutos en los octavos- en el lugar de Salma Paralluelo. En la portería, Cata Coll volvía a ponerse los guantes para una gran cita. Fue titular en los octavos y repetía en los cuartos. En el caso de Alexia Putellas, volvía a esperar su oportunidad en el banquillo. En Países Bajos, Damaris Egurrola sustituía a la sancionada van de Donk. Lo esperado. Así, el balón echaba a rodar.

Cata Coll durante el calentamiento. Imagen: RFEF

Desde el pitido inicial de la colegiada las españolas empezaron a dominar. Eso sí, con Groenen encima de Aitana Bonmatí en todo momento, otras futbolistas debían tomar las riendas del juego de la selección. Y no tardamos en darnos cuenta de quienes iban a ser más protagonistas: Jenni Hermoso y Mariona Caldentey. Ambas estaban en todos lados y quitarles el balón era tarea imposible. Jenni, de hecho, era protagonista en la primera ocasión española, cuando Esther, tras una pared dentro del área, mandaba el balón fuera. El partido empezaba bien. 

España iba creciendo y las rivales eran incapaces de acercarse a la portería de Cata Coll. Lo único que faltaba era el gol. En el minuto 16, muchos saltaban del sillón cuando Alba Redondo tenía la más clara. Hasta en dos ocasiones, el palo era el único que separaba a España del primer tanto del partido. Las celebraciones, eso sí, llegarían 20 minutos después. Ona Batlle dejaba a la defensora atrás con un gran control orientado, la ponía al área, Alba Redondo se la dejaba a Esther y esta la mandaba para dentro. La alegría duraría poco, ya que el tanto iba a ser anulado por fuera de juego previa revisión del VAR, pero España estaba ahí, casi lo tenía.

Con el empate a cero se llegó al descanso. El plan de España difícilmente podría haber salido mejor, por lo que no había ningún cambio. El guion era igual al de los primeros 45 minutos, pero todo parecía truncarse cuando, en el 60, la colegiada indicaba penalti a favor de las neerlandesas. De nuevo, el VAR entraba en acción y anulaba la jugada. No había penalti. Podíamos respirar. Más tarde, la situación era completamente opuesta. Mano clara en el área de Países Bajos, la árbitra lo mira en el monitor e indica pena máxima. Corría el minuto 80 y España lo tenía en su mano.

Mariona antes de lanzar el penalti. Imagen: RFEF

¿La lanzadora? Mariona Caldentey, una de las máximas protagonistas del partido. La mallorquina cogía el balón con tan solo un objetivo en mente: llevar a España a semifinales. Carrera lenta, rebote en el palo izquierdo y gol. España estaba por delante. Todo parecía ir perfecto, quedaban apenas 10 minutos y la selección se veía cada vez más cerca de las semifinales. Aun así, en el descuento, era Van Der Gragt la que enviaba el balón al fondo de la portería de Cata Coll, que poco pudo hacer. La defensa que había provocado el penalti se había colocado de delantera y lo empataba todo de nuevo. Final del tiempo reglamentario. Prórroga.

En los 30 minutos, lo único que quedaba era agitar el banquillo. Primero era Olga Carmona la que entraba. Luego lo hacían Alexia Putellas y Eva Navarro. Un gol a favor te clasificaba y uno en contra te dejaba fuera, por lo que era un momento de todo o nada. Y si no, siempre quedarían los penaltis. Pero nadie quería eso. Corría el minuto 111, Países Bajos había avisado, pero era Salma Paralluelo la que decidía el partido. Recibía al espacio, encaraba, cruzaba el balón y, de nuevo tras un rebote en el palo, la mandaba para dentro. Todas las futbolistas españolas, de ahora y de siempre, se materializaron en ese disparo, un golpeo que nos mandaba a semifinales.

Las futbolistas españolas al terminar el partido. Imagen: RFEF

Y así fue. Esta vez sí, España supo aguantar el resultado hasta el final. Pitó la árbitra el final y la tensión pasó a sonrisas y lágrimas. Algunas como Alexia, Jenni o Paredes no podían evitar emocionarse. Otras preferían saltar de alegría. Todas, sabiendo que su estancia en el continente oceánico llega hasta el final, sea por el partido de tercer y cuarto puesto o por la final. Teniendo en cuenta el contexto -conflicto de «Las 15» aún presente-, esto era un éxito. Podemos soñar, y el único obstáculo que nos separa de la final es Suecia, que ha eliminado a Japón. Esa oportunidad la tendremos el martes a las 10:00, un horario más asequible. Una oportunidad de seguir haciendo historia.