Con tres temporadas bajo sus espaldas, Pablo Ortells se ha convertido en el mejor director deportivo del RCD Mallorca de la última década. Ha conseguido un ascenso y el equipo ha mantenido la Primera División durante dos temporadas consecutivas, algo que no sucedía en los últimos diez años.

Como cualquier humano, ha cometido errores y aciertos. Dio en el centro de la diana en la elección de los dos entrenadores, encontró al mejor delantero desde la época de Dani Güiza y Aritz Aduriz, convenció a una ganga a coste cero como Kang-In Lee y cerró la sangría que condenó al RCD Mallorca al descenso en la temporada 19-20 con los fichajes de Jaume Costa y Pablo Maffeo en los laterales y de Pedrag Rajkovic en portería, la pasada temporada.

Ahora bien: la cantera sigue donde está, en la quinta división del fútbol español, pero con un cambio en los mandos que sí ilusiona a la afición. Con Gustavo Siviero como jefe de filas parece que, de una vez por todas, el filial mejorará sus prestaciones.

Y el otro error que ha cometido en sus tres temporadas es escoger mal el fondo de armario de la primera plantilla. Kadewere, Fernando Niño, Ángel Rodríguez, Brian Cufré, Marc Cardona, Matthew Hoppe, Jordi Mboula, Víctor Mollejo, Murillo Da Souza, Sergio Rico y Álvaro Giménez son muchos jugadores que partían a priori con un rol relevante y que se han quedado en agua de borrajas. De Dominik Greif, apuesta personal de Ortells, sería injusto valorarlo o juzgarlo cuando apenas ha podido disputar minutos.

Lo dicho: en la pasada temporada acertó con el fichaje de Rajkovic, Vedat Muriqi, José Manuel Copete y Manu Morlanes, pero falló en el fondo de armario de la plantilla. El balance es claramente positivo porque ha conseguido lo que no pudo hacer ni Serra Ferrer, Dudu Aouate, Maheta Molango y mucho menos Utz Claassen. 

Atrás han quedado los experimentos con los Lumor, Trajkovski y Álex Alegría de turno. Ortells tiene sus corazonadas como cualquier persona que trabaja en un puesto donde la emoción existe. Ha acertado en las piezas mayores, que no es cosa menor, pero este año está ante el reto de dar un paso más.

Si en la primera temporada en Primera División cerró la sangría de los laterales, en la segunda mejoró consiguiendo un portero de garantías y un delantero diferencial, Muriqi, (llegó en enero de la primera temporada en primera división y lo ficharon en el verano siguiente), este año toca reemplazar a Íñigo Ruiz de Galarreta y Kang-In Lee (en negociaciones con el PSG) y mejorar el fondo de armario. Por ahora ya ha conseguido a Toni Lato y a Omar Mascarell, ¿va en la buena dirección para deshacerse de su talón de Aquiles? 

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