Todos hemos tenido, en algún momento de nuestra vida, un amor con el que sufriste un poco (llevado a la jerga actual, un crush). Porque siempre suele pasar lo mismo en estas situaciones. Te ilusionas con esa persona, que ojo, muestra interés en ti. Da la cara. Te sonríe, te quiere. Pero en el momento más decisivo, en ese en el que dicha persona debe dar un paso adelante, desaparece. Se va. Tú ya sabías que tarde o temprano eso podía pasar. Había muchos pretendientes, pero pensabas que tenías algo especial. Al fin y al cabo estáis juntos desde hace bastante tiempo. Aún así, en el fondo, llevabas semanas viendo desde lejos este momento. Jugando con los pétalos al «me quiere o no me quiere». Soñando con que serías el elegido. Que, al final, todo se solucionaría.
Llevado a un extremo de novela juvenil de instituto americano de los ochenta, el pasaje anterior tiene cierta similitud con la relación entre Antonio Sánchez y el RCD Mallorca. El centrocampista mallorquín se aleja cada vez más de su casa, de la entidad balear que le ha visto crecer como futbolista. Todo parecía indicar que el triunfo de Antonio iría de la mano con el triunfo del Mallorca. El camino realizado hasta ahora, al menos, así lo dejaba entrever. Sobre todo tras las cesiones a Mirandés y Barakaldo. Pasos concisos, determinantes y bien hechos. Etapas que han forjado a un jugador de garantías y polivalente. Un desenlace que terminó con la vuelta a casa.
Pero, como pasa con el amor, no siempre es lo que parece (y sino díselo a un tal Leo Messi con su querido Barça). La no renovación está creando un contexto un tanto feo para Antonio Sánchez y para la afición bermellona. Una afición que ya soñaba con tener a otro jugador mallorquín, de la casa, defendiendo los colores del Mallorca en Primera División. Puede que no esté bien asesorado. Puede que uno de esos pretendientes que tiene (Granada, Alavés o Eibar) le seduzca más. O puede que siga jugando al «me quedo o no me quedo» con, esta vez, un girasol. Las relaciones son muy complicadas, y esta no va a ser una excepción. Antonio Sánchez ha dado -y está dando- la cara por el Mallorca. Me atrevería a decir incluso que quiere con locura al equipo de su ciudad. Pero tarde o temprano cae el último pétalo.