Real Mallorca y RCD Espanyol se vieron las caras en el duelo correspondiente a la octava jornada de competición en la Liga Santander para ambas escuadras. El choque enfrentó a dos conjuntos con una necesidad imperiosa e inaplazable de puntuar, por lo que se esperaba un partido tenso, sin especulación táctica y de pocas ocasiones. Y así fue: un choque sin nada, del que el Mallorca sacó mucho.

Vicente Moreno dejó a Takefusa Kubo en el banquillo, y esa fue la primera noticia que saltó en los aledaños del estadio bermellón a poco menos de una hora para que arrancase el encuentro. El técnico valenciano apostó por las vacas sagradas y repitió el once que le dio al Mallorca su primera victoria del curso con la excepción de Fran Gámez, ya asentado en el carril zurdo. Por su parte, David Gallego no se dejó nada y quemó sus naves ofensivas con Wu Lei, Vargas y Campuzano.

La primera parte empezó, y poco más. Bermellones y pericos saltaron al campo con la motivación primaria de no encajar un gol en los primeros compases de juego. Dos conjuntos sin recursos tácticos, sin estrategia y sin muchas ideas. Pero a la pelvis de Ante Budimir no le gustó la idea de que nada ni nadie levantara a la parroquia rojilla de su asiento, ya que fue con esa inusual parte del cuerpo con la que el ariete croata abrió la lata del encuentro cuando faltaban algo menos de diez minutos para enfilar los vestuarios. Y el gol, como casi siempre en este juego, varió el transcurso el partido. La mínima ventaja subió la moral a los de casa, que hasta que el último segundo del primer acto fueron muy superiores a los catalanes, pese a que el 1-0 fuera el resultado definitivo al término del mismo.

La segunda parte arrancó con otra marcha. Los jugadores del Espanyol aprovecharon bien el intermedio, se hicieron eco de la situación en la que les dejaba la derrota y salieron a morder desde el pitido inicial. Entre Wu Lei y Campuzano tuvieron la más clara, pero Manolo Reina y la mala suerte firmaron un pacto para aguar la fiesta a los atacantes pericos. La reacción local no tardó en llegar, y lo hizo en forma de sustitución: Kubo ingresó al campo cuando se llegaba a la hora de partido, sustituyendo a Lago Junior. El jugador nipón volvió a hacer uso de su halo mágico y, sin nada más que alguna carrera esporádica, reactivó al Mallorca y a las más de 15.000 almas que se dieron cita en el coliseo balear. Y así, como por arte de magia, se pasó del sufrimiento a doblar la ventaja: Salva Sevilla aprovechó un error en un despeje de la zaga españolista y enganchó una buena volea desde la frontal que se coló en la portería de Diego López, certificando prácticamente la victoria mallorquinista en una fecha importantísima.

Y de ahí al final, sin nada reseñable más allá del (re)debut de Marc Pedraza en Primera División. Los de Moreno administraron bien la renta y, a partir del segundo tanto, sufrieron más bien poco. 2-0 y tres puntos de oro que momentáneamente dejan a los bermellones fuera del descenso. Llegar al parón de selecciones con otra victoria era clave, y ante un rival directo como el Espanyol, aún más. Habrá que ver si este partido supone un punto de inflexión para la escuadra balear, ya que compromisos de máxima urgencia como el de hoy están a la vuelta de la esquina, y el objetivo, un pasito más cerca.