Creer es vencer. Con esa máxima por bandera –y convenciendo, además, a su parroquia con buen fútbol– el Ibiza ha sumado contra el Pontevedra una victoria más. La tercera consecutiva. La undécima –en catorce partidos– como local desde que cayera por última vez en casa el 18 de noviembre de 2018. Desde entonces Can Misses no se rinde ante un equipo visitante y ha pasado prácticamente un año.
La actitud que mostró desde el inicio el Ibiza frente a los gallegos evidenciaba que prolongar esa racha es algo más que un asunto de honor. Mantenerse fuertes como locales es la clave para ir creciendo paulatinamente con el paso de los meses, y los ibicencos se arrimaron pronto a la portería que guardaba el granate Édu. Rubén cabeceó al palo un córner medido de Javi Lara a los siete minutos.
La primera media hora fue un chaparrón de saques de esquina y centros al área del Pontevedra. Entre medias, Rodado estuvo a punto de marcar en una jugada donde el delantero forzó el error de un defensa para que Raí le pusiera un centro que habría acabado en gol si un futbolista visitante no hubiera sacado sobre la línea de gol con el pecho el remate del mallorquín. Fue Raí quien después probaría suerte con un trallazo desde la frontal que se marchó desviado por poco. El Pontevedra trató de estirarse aprovechando algunas contras, pero la zaga del Ibiza estaba bien engrasada para cortar todas las intentonas gallegas.
Cuando parecía que el marcador no se movería antes de pasar por vestuarios apareció, una semana más, la pierna (esta vez, la izquierda) de Javi Lara. El cordobés proyectó un balón con mimo y Rodado se sacó un cabezazo a la altura del centro de su compañero. La pelota tocó el palo corto de la portería y entró. Tanto fue el cántaro a la fuente que al final llegó el gol.
La reanudación trajo más ocasiones del Ibiza. La cuenta no se ampliaba y el Pontevedra arreó. En una jugada a balón parado Javi Pazos clavó la pelota en las mallas con un remate de espuela que prolongó el cabezazo de un compañero. El empate dejó helado a Can Misses, que hasta entonces se lo estaba pasando de lo lindo con el juego de los celestes. Pero el Ibiza no empequeñeció y siguió atacando. La entrada de Kike López oxigenó a un equipo donde se llegaron a juntar en la zona ofensiva Rodado, Cirio y Diego Mendoza.
El argentino debutaba en el minuto 73 y un cuarto de hora más tarde festejaba su primera diana como futbolista ibicenco. Quedaba un suspiro para el descuento cuando Morillas, imperial e incisivo desde el carril izquierdo durante todo el encuentro, recibió de Cirio, se internó y colocó un centro largo, larguísimo, en el corazón del área pontevedresa. Allí llegó Diego antes que nadie y desde allí remató al palo largo de Édu, haciendo inútil su estirada. El público enloqueció ante el feliz estreno del ariete cedido por Huracán, que condensó en su gol la mezcla de intuición y fe que mostró el Ibiza durante los noventa minutos. En la clasificación se anotaron tres puntos más y, al otro lado de las nubes, Paco Mojácar debió sonreír por el buen partido que había cuajado el equipo de Luis Verdú, su ahijado. Por el fallecimiento del padrino del capitán celeste se guardó un minuto de silencio antes del pitido inicial y en su memoria se brindó por el triunfo.