Creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. Así define un gigante como Wikipedia el término ‘confianza’. Además, dice también que esta se verá más o menos reforzada en función de las acciones y de valores.
En nuestro día a día, en nuestra rutina vital y en todo lo que nos rodea, la confianza tiene un papel protagonista fundamental en el propio transcurrir de todo ello. Pasamos gran parte de nuestra existencia buscando un entorno y una zona de confort donde bucear en la que la confianza sea una de las tónicas dominantes. Aunque no nos demos cuenta, eso ha sido, es y será así siempre. Pero claro, la confianza hay que ganársela. Y eso requiere de tiempo, esfuerzo y méritos. Y de eso Joan Sastre sabe un rato.
Para los que no lo sepan, Joan Sastre nació en Porreres un primero de julio de 1997. El Mallorca siempre ha sido su vida, su sueño y algo más tarde, su equipo. Su gran oportunidad en el primer equipo llegó en la 2017-2018, con el Mallorca recién descendido a Segunda División B. Desde el primer día, el mallorquín se hizo amo y señor de la banda derecha. Con su trabajo y su calidad, encandiló y enamoró a la parroquia bermellón de Son Moix, que no sentía un flechazo así por alguien forjado en Son Bibiloni desde hacía varias temporadas.
Fue uno de los nombres de la temporada de la vuelta a Segunda, y la revelación total del Mallorca (para no decir de todo el Grupo III el campeonato de bronce). Su legado acababa de empezar y además, decidió quedarse en la isla pese a tener ofertas. Estaba viviendo un sueño, su sueño, y parecía que ninguna piedra en el camino podía torcer la irrupción de aquel bajito y atlético lateral derecho. Pero la presente temporada no arrancó como todos hubiésemos deseado.
El futbolista porrerenc tuvo problemas en su rodilla desde los primeros días de pretemporada y el primer tramo de competición fue un que sí que no constante, un periodo de recaídas e incertidumbre y un calvario para un jugador que de lo que sí sabía era de luchar y de no perder la esperanza. La luz al final del túnel se empezó a ver a finales de octubre, cuando Sastre volvió a tener minutos. Pero su vuelta, protagonizada primero por el carril zurdo y más tarde por su banda natural, no fue la esperada. Su nivel no ha sido el esperado, ni tampoco ha sufrido una mejora progresiva desde entonces, pero claro, aquí es cuando entra en juego el tema de la confianza.
Sastre no es uno más y Son Moix lo sabe. Con cualquier otro se podría perder la paciencia, pero Joan tiene ese plus, ese extra… se lo ha ganado, sin duda. Por eso, el Mallorca, la afición y todo el mundo bermellón le seguirán esperando con los brazos abiertos. La banda derecha es suya y así debe ser por mucho tiempo.