Vuelve a ser líder el Barcelona después de derrotar al Villarreal y aprovechar el pinchazo del Sevilla frente al Alavés. También ganó el Real Madrid, que mejoró sobre todo en la primera mitad. Respira el Rayo pero el Huesca se hunde un poco más.

Tres nuevos puntos para el Barcelona que le sirven para volver al liderato después de un partido flojo en el que Dembèlé se bastó solito para crear peligro y para poner el picante necesario. Esto, aliñado con pinceladas de Messi, permitió a los culés deshacerse de un Villarreal muy defensivo pero inoperante en ataque. Los goles de Piqué y Aleñá -tanto de calidad tras una magnífica asistencia de Messi, bastaron para seguir sumando. Pero Valverde tiene trabajo porque su equipo apenas generó peligro y volvió a dejar dudas en defensa. Pero lo importante, los puntos, se quedaron en casa. El Villarreal, poco que comentar. Tiene muchos problemas y le cuesta un mundo hacer un gol. Puede sufrir si no espabila.

Pinchó el Sevilla en Mendizorroza y se dejó el liderato. El Alavés sorprendió al conjunto de Machín y le tuvo contra las cuerdas hasta los minutos finales, cuando Ben Yeder consiguió batir a Pacheco en una jugada de pillo. El empate hizo justicia al juego de ambos pero deja descabalga al conjunto andaluz de la primera plaza.

El Real Madrid, por su parte, ‘limpió’ su nombre tras la penosa derrota sufrida una semana atrás en Éibar y derrotó, con cierta solvencia, a un Valencia que entregó un tiempo completo y al que le faltó gol en la segunda mitad. Solari dio con la tecla o tuvo la suerte necesaria para acertar en los momentos importantes del choque. Suplió las bajas de Marcelo, Casemiro y Kroos con la juventud de Reguilón, Llorente y Ceballos y la apuesta le salió muy bien. Además, Isco -que fue aplaudido por la afición merengue- disfrutó de un cuarto de hora aunque se le notó que llevaba más de un mes sin jugar. La primera mitad fue un monólogo escandaloso de los blancos, que apabullaron desde el primer minuto a un Valencia que no tuvo nunca el balón y que no supo cortar la hemorragia que le llegaba por las bandas. Con suerte llegó vivo al descanso aunque su falta de acierto le condenó en la segunda mitad. Casi en las postrimerías Lucas Vázquez marcó el segundo tanto local que cerró el partido. Yo eché en falta, en el Valencia, a Güedes, que estuvo los noventa minutos sobre el césped, pero desaparecido y claramente lesionado. Pero Marcelino, en una decisión cuanto menos controvertida, no le retiró del campo dejando a su equipo prácticamente con uno menos. En fin, los técnicos a veces nos sorprenden con decisiones inconcebibles. Lo que quedó claro es que la juventud en el Madrid, si le dan cancha y confianza, tiene mucha calidad y un gran porvenir por delante. Para el Valencia se agrandan las dudas porque no gana y mira casi más hacia abajo que a la Champions. Casi mediada la competición es la hora de ir hacia arriba o prepararse para sufrir.

No termina de encontrar la onda buena el Atlético. En esta ocasión se dejó otros dos puntos en Girona después de ir por detrás casi toda la segunda mitad aunque un gol en propia puerta le dio un puntos. Las cuentas no salen y ya ha empatado más encuentros (7) que victorias ha conseguido (6). Y así las cuentas no salen, está muy claro. El Girona de Eusebio es la otra cara, la positiva, y se mantiene en la parte alta gracias al trabajo del técnico Eusebio y de su goleador, Stuani.

La parte baja de la tabla no tiene novedades -por ahora, ya que el Athletic juega esta noche ante el Levante en Valencia- si bien el Rayo sumó tres valiosos puntos que le acercan a la salvación mientras que el Huesca continúa sin levantar la cabeza sumando una nueva derrota en Vigo, lo que le mantiene último cada vez más lejos de la salvación.

Para arriba va el Betis, que derrotó gracias a un gol de Junior y a las paradas de Pau a una Real Sociedad negada de cara al gol; como el Getafe, brillante goleador frente a un Espanyol desconocido que pierde fuelle, y el Levante, que ha cogido una buena racha sumando una nueva victoria tras golear al Valladolid a domicilio y, de esta forma, alejarse un poco más de los puestos peligrosos.