Es inevitable no hacerlo, al menos para mí, y más cuando estás en el tren y se sientan a tu lado. Personas a centímetros de ti, hablando de sus cosas y tú solo, de camino a casa, ¿qué opción te queda? ¿desaparecer? No, disimulas todo lo posible, aunque eso se reduzca a mirar por la ventanilla o a revisar el móvil, y escuchas.

Normalmente son conversaciones triviales, sin más, de las que se te olvida su contenido tras dejar de compartir vagón. Pero el otro día, la manera en que aconsejaban a un hombre, me descolocó; él empezaba a trabajar en un sitio nuevo y, como a todos, le aterrorizaba no estar a la altura, le daba miedo decepcionar y quedar en evidencia frente a los demás. Pero tras unos minutos de conversación sensata, llegó el comentario que lo cambió todo, la solución a sus problemas: “Tú lo que tienes que hacer es moverte mucho, que parezca que haces muchas cosas, aunque lo que hagas no esté bien… así nadie se dará cuenta”.

El consejo de ‘Anónimo El Sabio’, como me gusta llamarle —nótese la ironía—, además de a la estupidez humana, lo asocié a un hombre del que llevo tiempo queriendo hablar. Un hombre que nunca deja de intentarlo: disparos y centros frente a dos y tres defensores, a sabiendas de que el balón saldrá rebotado; faltas con el rival de espaldas a portería, cuando el atacante no tiene salida; ocasiones desperdiciadas, a pesar de su calidad y de la claridad de las mismas; regates a lo Luis Suárez, directo al defensor esperando que desaparezca o pueda traspasarlo; carreras de 20 metros a sprint, en busca de balones a los que es imposible llegar…

Acciones que arrancan aplausos entre el público, porque el jugador se vacía en cada pelota y eso gusta, y mucho. Pero los problemas llegan cuando se abusa de ellas, cuando todas las disputas se llevan a cabo con el corazón y ninguna con la cabeza; te precipitas, y acabas por complicar el juego. El fútbol también es pausa, y él no parece tenerla, al menos no esta campaña.

Fuente: DiariodeMallorca

Lago Junior lleva diez partidos de liga jugándolo todo; 900 minutos en los que ha marcado solo dos goles y ha repartido una asistencia. Se le ve cansado, sin ‘chispa’ y acelerado en cada encuentro. Nadie va a descubrir ahora lo que ha hecho Lago por el Mallorca, pero no por ello, si no se encuentra a su nivel, debe ser titular cada semana. No cuando no aporta lo que debería un jugador de su talla y en un momento en el que el equipo necesita una marcha más.

El bloque es sólido, lo comenté la semana pasada, pero cuando la dinámica es la misma partido tras partido, deben introducirse cambios sin tener en cuenta los nombres. Porque la cosa no va mal, seguimos sextos, pero se tiran puntos y al final acaban jugando los mismos, quedándose en el banquillo zurdas como la de Stoichkov. Menudos 33 minutos de magia nos regaló el domingo, sin apenas moverse, usando la cabeza.