La trigesimosegunda jornada de liga en el Grupo III de la Segunda División B está a puntito de arrancar y el Atlético Baleares de Manix Mandiola se vuelve a jugar el pellejo una semana más. Esta vez será en Son Malferit ante el Hércules de Josip Vinsjic, un correoso rival que no le pondrá las cosas fáciles ni aún jugando fuera de casa.
Las cosas han cambiado. Ya no está el horno para bollos. Ya no es cómo juegas ni cómo no juegas. Ahora es ganar o ganar. Al Atlético Baleares le esperan siete finales de aquí a final de temporada en las que tendrá que sudar y sangrar si realmente quiere mantener la categoría, o por lo menos morir en el intento. Tras dos empates sin goles ante rivales directos como Peralada y Penya Esportiva las sensaciones no son buenas. Pero ya sólo se puede pensar en el domingo. Ya sólo se puede pensar en el Hércules.
El equipo alicantino llegará a Mallorca por segunda vez este año para jugar ante el equipo blanquiazul con la salvación ya hecha y en una zona de pasmosa tranquilidad. Si apretara podría pelear el play-off, pero su irregular temporada hasta ahora da que pensar y no levanta la mayor de las expectativas para lo que resta de temporada. Pero bueno, ya quisiera el Atlético Baleares encontrarse con esa situación. Con Torres y Chechu como esperanza, el conjunto del Rico Pérez llega con la intención de sumar y de no regalar nada como ya demostró hace unas semanas ante el Real Mallorca.
Al Atlético Baleares se le agota el tiempo. O empiezan a llegar las victorias o el bochornoso y temido descenso a Tercera División puede ser matématico en pocas semanas. Veremos cómo afecta el factor psicológico a un equipo al que le cuesta mucho sumar cosas positivas. Pero bueno, el domingo, de momento, hay otra final que jugar en casa. Otra final que jugar en Son Malferit.