Alguien esperaba algo más del José Rico Pérez. En la televisión no hubo ningún rastro de un campo que está con el cartel fantasma del desahucio. La cara exterior solo se vislumbra un esqueleto y en la interior se puede maquillar un poco más, aunque los mismos encargados colaboren con el terror pulsando los altavoces con una música reflejo del poco dinero en las arcas que no hay ni para canciones. Imaginando lo que fue el Hércules de Esteban Vigo, el bombazo del aterrizaje Trezeguet, una victoria en el Camp Nou en el primer partido a domicilio y la figura eléctrica de Royston Drenthe. Leer y escuchar Drenthe poco bueno te viene a la cabeza, o al menos lo primero que transporta el cerebro es una información contraria al triunfo como vocablo estándar.
Los orígenes son una marca invisible tatuada para todo el mundo, y si el comienzo de la vida empieza con todo tipo de fluctuaciones la marca se estampa como la marcación clásica del ganado. Royston Drenthe nació en un barrio obrero de Róterdam y a los tres años asesinaron a su padre en la calle. Su madre se lo ocultó hasta un edad adolescente. Siempre pensó que fe un accidente. El Europeo sub 21 de 2007, Drenthe consiguió el campeonato con la selección holandesa además de ser nombrado mejor jugador del campeonato celebrado en su tierra, Holanda. Una bomba de relojería para un chaval de veinte años si la gestión de todo aquel boom se te escapa por completo.
El fugaz Hércules de su última etapa en Primera recibió cedido del Real Madrid a Drenthe por orden de Mourinho que este , a su vez, dijo que fue orden de Valdano. Todo iba perfecto cuando empezó el momento de los impagos y el camino condujo cuesta abajo hasta la actualidad. «El problema fue que nos dejaron de pagar y dejé de ir a entrenarme. Entonces me llamó Mourinho y me echó una bronca tremenda, que yo era jugador del Real Madrid y no podía hacer eso. ¡Pero joder, habría que verle a él si no le pagaban! El caso es que ahí se empezó a torcer todo. Me echaron a la gente encima y hasta los seguidores vinieron a mi casa a buscarme», y prosigue Drenthe sobre la causa de un Hércules descendido: «La culpa ahí la tuvo la directiva, que despidió a Esteban Vigo. Esteban era un entrenador magnífico. Pero le echaron y trajeron a Dukic, que sólo le preocupaba entrar en el vestuario para enseñarnos sus abdominales. Todavía se creía futbolista el tío. No me gustaba, la verdad. Y con él ya nos hundimos», explicaba hace unos meses el holandés a al diario Marca promocionando su nueva biografía, Royston (2017), en un recorrido de su vida hasta los finales de su carrera futbolística retirado de los campos el año pasado porque, en palabras suyas, era infeliz.
El escritor del libro, Hugo Verkley, estudió en 2007 un año de periodismo en Salamanca, graduándose después y viendo que, aunque quería dedicarse al periodismo deportivo, supo rápidamente que había mucho más que deporte. Nacido en Bodegraven (Países Bajos), se puso a viajar por Sudamérica y le fascinó el factor humano publicando, entre otros libros, Los 33 (2012). La historia de los treinta y tres mineros que en 2010 quedaron atrapados sesenta y nueve días en la mina de San José (Chile). La obra fue al principio el trabajo final del Máster de Antropología Cultural que Verkley realizó en Chile, pero un editor lo encontró lo bastante interesante como para convertirse en libro. Royston (2017) ganó el premio Staantribune al mejor libro de fútbol del año. Royston Drenthe se centra actualmente en la música. Él es Roya2faces, el alter ego y marca de su carrera musical. Ahora Drenthe juega poco, concretamente en una liguilla los domingos.
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