No era tan complicado. Un equipo achica sus posibilidades de perder
cuando existe la concentración y la actitud en el campo. Parece mentira que
solo cuando el equipo está al borde del precipicio estos reaccionan. Ojo, y en
cuestión de tres días. Al parecer los jugadores rojillos tienen que estar a
punto de ahogarse. Igualmente, no es bueno para la salud de nadie.
Nadie se disfrazó de nadie. Al fin pudimos ver a Héctor Yuste
haciendo de Héctor Yuste y a Damià Sabater haciendo de Damià Sabater. Además si
le añades un acompañante que se quitó el polvo de su cuerpo para entrar
embalado todo fue rodado. Sissoko fue el profe que le quitó el castigo al niño,
Damià, para que este pudiera corretear libremente por el patio de El Alcoraz.
Asimismo, se pudo otear en la parte alta a un nueve con nombre y apellido.
Alfredo Ortuño apretó el puño sabiendo que este era el día de revelarse. Sin
hacer gol construyó con sentido, esta última palabra importante, un partido que
él solito sacó más nota que dos calificaciones juntas, la de Acuña y Colunga.
Sin embargo, nunca sabremos si Vázquez puso a Ortuño porque no le quedaba otra
o porque Acuña estaba tocado.

La Chapiferrerización de Fernando Vázquez. Se miró los vídeos, los
volvió a repasar y comprendió que el mediocentro vivía sobrepasado jornada tras
jornada. Con tan buena suerte que el gallego cogió por casualidad el partido en
el Tartiere y fue entonces cuando se inspiró en instalar un trivote al estilo
Albert Ferrer. Yuste de ancla, Sissoko de aguador desempeñando la labor del
chico de los recados y Damià Sabater de puro diez. Fue tal la transformación de
Vázquez en Chapi que incluso revitalizó la dupla Company-Campabadal con sello
“dreamteam”. Y además dejó sentado en la grada a Brandon Thomas. Bueno, esto
último no lo hubiera hecho el bueno de Chapi.

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