Ante el Getafe poco tienen que decir los jugadores. Ellos ya han demostrado, y decepcionado, suficiente. El sábado juega la afición. Uno de esos partidos que a nadie le gusta jugar. En el fango, con el césped alto –guiño guiño, Maheta Molango-. Un partido en la grada, ante una directiva que no parece dispuesta ni a moverse ni a ver la realidad tal y como es. Y los seguidores, una ve más, van a tener que ser los que inculquen sensatez, aunque utópicamente sea a base de cánticos, protestas y manifestaciones, en las oficinas de Son Moix
Los madrileños ya han asegurado su puesto en los preciados playoffs de ascenso y tan solo necesitarían de un empate para asegurarse una meritoria tercera plaza. Desde que llegase Bordalás, los azulones han resurgido como ninguno y se han convertido, sin hacer demasiado ruido, en uno de los conjuntos más competitivos de la categoría. Por ello, podrán permitirse las rotaciones contra el Mallorca, además de para poder dar descanso a aquellos que disputarán la batalla del ascenso. Portillo, Pacheco, Mora y el «Cata» Diaz serán algunos de los que ni siquiera viajen a la isla, pero otros como Jorge Molina, si convocado, tienen muchas papeletas de empezar el partido sentados al lado de su entrenador.
Con el equipo ya descendido, Barjuan se encuentra con una difícil decisión, por la vía fácil o por la vía justa. La primera sería alinear a jugadores con pocos minutos, aquellos que menos han tenido que ver con el trágico desenlace, como manera de compensar y agradecer, por parte del cuerpo técnico, que hayan sabido estar allí aun teniendo poco protagonismo. La segunda, salir con el once tipo, el que ha sacado al Mallorca de la LFP 36 años después. Cierto, se verían expuestos a la ira de la afición, y algunos de ellos no lo merecen. Pero es difícil de encontrar una mejor cura de humildad para un grupo que no parece ni preocupado ni conciencia del daño que han hecho.
Poco importa ya el esquema táctico que planteen los entrenadores, las jugadas a balón parado o los jugadores a destacar. Jugar ante la afición tras el esperpento de Miranda y de toda la temporada en general servirá, aunque minúscula en comparación con el pecado, de penitencia. Desde la Federación de Peñas y distintos sectores del mallorquinismo se han tratado de organizar protestas y acciones diversas para mostrar el descontento, aunque parece no haber sinergia entre ellas. Al parecer, reinara la anarquía en Son Moix. Cada uno expresara su descontento y decepción como buenamente pueda. Por que lo que pase en el campo, bien poco importa ya.