Cuando las cosas no salen es de obligado cumplimiento cambiar, reotocar o corregir todos y cada uno de los palos que conforman un equipo. De dichos movimientos pueden venir las soluciones y resolver el problema. Pero, en materia bermellona y poniendo el foco en el primer equipo, con todo tan removido parece que lo más importante -los puntos, lo de jugar bien quedó ya bastante enterrado- nunca llega. Han sido 12 encuentros hasta ahora los que lleva el míster donostiarra y no ha habido ningún once repetido. Es más, no le han dejado mediante unos hechos justificados alienar -también las numerosas molestias han frenado titularidades- una formación calcada.
En una situación como la del Mallorca, tercero por la cola a tres puntos de la salvación, se puede desgranar una serie de episodios donde reflejan muy pocos protagonistas y muchos antagonistas. Y es que cuando la coyuntura es negativa, los diferentes problemas afloran a la vista y uno de ellos es un perfil de futbolista concreto: el intermitente. La regularidad es una baza valorada en la élite y el aperecer y desaparecer te acaba relegando a una competitividad menor. En este caso, poseer futbolistas que les cuesta afianzarse en un equipo suma en el desajuste y te limita las posibilidades de crear y dibujar un once sólido. Si hay un jugador que aglutina todos estos síntomas en el Real Mallorca no es otro que Diogo Salomao, un trequartista con numerosas oportunidades que no ha llegado a encajar en los diferentes esquemas. Además, jugadores como Pol Roigé o Dalmau -suelen ser futbolistas en posiciones de ataque donde el entrenador suele invertir en más probaturas- también se han visto abocados a la actual situación de discontinuidad.
Desaparecieron
Después están jugadores que en pocas dosis juagron, normalmente en situaciones ajenas a ellos, y no volvieron a contar con sus prestaciones. O si lo hicieron fue por algo, a día de hoy, circumsatancial. Los casos más sonados son los de Óscar Díaz y Joan Oriol. Resornaron más que otros integrantes por el peso que aglutinaban, tanto fuera como dentro del terreno de juego, y el hecho más importante, el antes y el después viene precedido por el mercado de invierno, ya que los dos buscaron una salida que acabó sin fructificar. A partir de ese momento, las tornas giraron y ya con el poco nivel ofrecido por toda la plantilla no fue abultado apartar a dos jugadores del tapete los domingos.
con olaizola en el banquillo, joan oriol ha pasado de disputar 1.187 minutos a aglutinar unos paupérrimos 203 minutos
Asimismo, dos integrantes más han sufrido la ausencia de protagonismo aunque el caso es distitnto, ya que antes de la llegada del vasco al banquillo bermellón su presencia era también reducida. Es el caso de Julio Pleguezuelo y Biel Company. El primero, sin la confianza de Vázquez y ahora tampoco de Olaizola, probó suerte de lateral ante el Numanci en Soria -uno de los partidos más bochornosos que se recuerdanen los cuatro años del Mallorca en Segunda- pero no fue el día del joven defensa y Pablo Valcarce sacó a relucir todas sus carencias. Como tampoco desempeñó un partido excelso esa misma noche Joan Oriol, todo lo contrario, donde para él fue un antes y un después en cuanto al protagonismo para las siguientes jornadas. Por otro lado, en el caso de Company -en una temporada de altibajos- solo ha disputado desde la llegada de Olaizola dos encuentros. El primero ante la derrota por dos goles a uno en Almería y dos jornadas atrás en el empate ante el UCAM que, para más inri, se le dictaminó una pena máxima inexistente. No es del agrado de Olaizola.
Girando las tornas, en una situación complicada como la del Mallorca suelen ser pocos los hombres que atesoran la total confianza de un técnico y lo juegan prácticamente todo. Y el conjunto bermellón no es una excepción. Tan solo un jugador de la plantilla lo ha jugado absolutamente todo con Javier Olaizola y no es otro que el guardameta Jesús Cabrero. Después está la única pareja consolidada durante toda la temporada e insustituible a día de hoy como son Raíllo y Yuste. Los dos centrales, empezando la temporada con unos buenos números defensivos, han sido engullidos por los bandazos del equipo. Aglutinan lo dos 990 minutos con el vasco. A partir de los tres futbolistas más importantes de la plantilla, se coloca Juan Domínguez que, puede ser insólito, pero ha jugado todos los encuentros desde la jornada uno hasta la última.
Jesús Cabrero es el único futbolista de la plantilla que lo ha jugado todo con Javier Olaizola. El ahora portero suplente, Santamaría, ha empujado si cabe la titularidad de su compañero por sus reiteradas molestias.
Entonces, se abre otro apartado que son la incursión de los fichajes de invierno. Fueron tres los refuerzos -Saúl, Zdjelar y Angeliño- y todos ellos fueron aterrizar, presentarse y justo empezar a competir. Llegó primero Saúl que salía del Girona tras no poder tener minutos, lo que ahora mismo se encuentra en la misma situación con la llegada de Angeliño viniendo del mismo sitio que marchó Saúl. Un sinsentido. Y Angeliño, propiedad del City, lo ha jugado todo y no se descarta un posible acuerdo en el contrato entre la dos partes para que el gallego tenga una cantidad considerable de minutos. En el caso de Sasa Zdjelar ha llegado de Grecia también para buscar minutos y los ha encontrado en un momento de bajas en el centro del campo, cosa que aprovechó el serbio con una adaptación notable en una estancia en la isla positiva si no fuera por los resultados del equipo. Además, hay un rinconcito para algunos integrantes que con Javier Olaizola han ido de más a menos o vicerversa. El caso de Moutinho -un futbolista del agrado del técnico donostiarra- ha caído paulatinamente su presencia sin tener minutos en Murcia y esta última jornada tuvo que ver el encuentro en la grada. Al inversa se encuentra, tras superar una lesión, Culio que ha completado enteros los dos últimos partidos.
Viendo el recorrido del conjunto mallorquín sería más bien una sorpresa que siguieran con estas líneas de guión en cuanto a la repartición de minutos para cada uno de los futbolistas bermellones. Porque en situaciones desesperadas son tradicionales las medidas desesperadas. Cierto es que, salvo Tenerife y Numancia, el Mallorca no ha tirado el marcador y ha tenido la oportunidad de haber podido recolectar algo más que una derrota o un empate. Lo que está claro es que Olaizola seguirá abriendose la cabeza para conformar algo que de frutos. Todo sea por los puntos.