El año futbolístico del Mallorca ha acabado con una nueva decepción. Pero al fin y al cabo así podríamos resumir lo que ha sido el 2016 bermellón: una continua decepción tras otra con el único punto positivo de lograr una salvación en una temporada que el aficionado estaba preparado para disfrutar y pelear por algo bastante más que ese único objetivo.
El partido de Soria fue un fiel reflejo de lo que ha vivido el Mallorca. Un querer y no poder, un verse superado constantemente por el rival. Hasta dieciocho partidos ha salido derrotado el Mallorca en el año 2016 en partido oficial, por solo trece victorias. Está claro que los resultados conseguidos se quedan realmente lejos de lo esperado.
BRANDON ACABA EL AÑO ANTES DE TIEMPO
Uno de los pocos puntos positivos que podía tener el aficionado bermellón era la irrupción de Brandon Thomas. Jugador de la casa, que siente los colores y que con su buen hacer en el terreno de juego, se ha convertido en una de las señas de identidad de este equipo. Con trece goles, ha sido el pichichi del Mallorca en 2016.
Pero cuando menos se esperaba, desapareció. No vamos a decir que se borrase, porque sabemos que Brandon no haría tal cosa con la camiseta bermellona a hombros. Pero sus reiteradas protestas con el partido ya en el tiempo de descanso, cuando de todos es conocido que no van a servir de nada, supusieron su primera expulsión tanto con filial como primer equipo, dejando al Mallorca con diez toda la segunda mitad.
¿Y EL EFECTO OLAIZOLA?
Recién comenzado el año, Fernando Vázquez regresaba a Mallorca con la intención de no hacer sufrir a los aficionados y poder intentar engancharse a la zona de Play Off. Cogió al equipo decimoctavo con tan solo cinco victorias y 23 puntos, uno por encima del descenso. Justo arrancaba la segunda vuelta, por lo que el margen de maniobra era amplio. Veinte jornadas después el equipo acababa decimoséptimo, dos puntos por encima del descenso, aunque al menos con siete victorias más.
La apuesta por el gallego no ha cuajado, no solo por los resultados acumulados esta temporada. Las sensaciones de sus últimos partidos dejaban un Mallorca indolente incapaz de reaccionar. Así que la directiva confió en un hombre querido en la casa y que estaba haciendo rayar al filial a buen nivel: Javier Olaizola.
Dos partidos y dos derrotas. Parta de la base que no vamos a culpar al donostiarra, pues si bien se nota que ha intentado variar el rumbo con movimientos desde el banquillo e incluso autocrítica en rueda de prensa, parece que algunos de los jugadores no siguen o no están por la labor. Parece que si queremos confiar en el «efecto Olaizola», no queda otra que esperar al siempre peligroso mercado invernal.