Vázquez tardó dos meses en aceptar tener un segundo entrenador. Olaizola ha preferido seguir acompañado de Julián Robles, ex compañeros sobre el verde y en los banquillos de Son Bibiloni a las órdenes del Mallorca B.

Nacido en 1981 en Palma de Mallorca, Julián ha estado ligado al Mallorca desde pequeño. Pasó por las diferentes categorías de fútbol formativo hasta que, en la temporada 1999-2000, debutó con el primer equipo. Desde ese momento compaginó minutos tanto en el primer como el segundo equipo, llegando incluso a formar parte activa de la plantilla que alzaría la histórica Copa del Rey en Elche. Su buen hacer con la camiseta bermellona también le brindó la oportunidad de debutar en la selección española sub-21

Un año después, el joven centrocampista cambiaría el rojo de la camiseta del Mallorca por el del Ciudad de Murcia, refundado en 2011 como Accionariado Popular Ciudad de Murcia y convirtiéndose en uno de los referentes a nivel continental en clubes pertenecientes a sus aficionados. Valladolid, El Ejido, Sabadell y Badalona fueros sus otros destinos.

Entonces, colgó las botas y comenzó su andadura en los banquillos junto a Pepe Gálvez en el Juvenil División de Honor. Periplo que duró tan solo un año, ya que volvió a los terrenos de juego, esta vez con el Ferriolense en Tercera división Balear. Su segunda etapa como futbolista duró también una temporada y dio pie de manera definitiva a su andadura en los banquillos, esta vez de la mano de Javier Olaizola.

La relación entre Javier y Julián viene de lejos. Compartieron vestuario en la mejor etapa reciente del Mallorca, concretamente en las temporadas 1999-2000, 2000-2001, 2001-2002 y 2002-2003, en las que, mientras Olaizola era capitán y máximo estandarte del equipo, Robles era un joven canterano que, muy probablemente, admiraba al donostiarra. Caprichos del destino, se volvieron a encontrar  en los banquillos del Mallorca B.

Tras la destitución de Fernando Vázquez, quien curiosamente hizo debutar a Robles en primera división, les ha llegado la oportunidad de sus vidas: entrenar al equipo que tanto les dio como futbolistas.