Puntuar en campo contrario empieza a ser toda una agonía. No es el mismo equipo el que juega en Son Moix ante su público que el que lo hace en territorio enemigo.

Parece ser que a la plantilla del Mallorca les entra un fuerte miedo a volar cada vez que hay que salir de la isla. Dicho miedo puede entenderse de múltiples maneras.

Por una parte, podemos pararnos a pensar sobre la enorme incapacidad del equipo de cuajar un gran partido fuera. El vértigo que supone la idea de caer derrotados genera inseguridad, algo que todos pudimos apreciar al iniciar el encuentro de ayer en Tarragona. Los últimos años plagados de sufrimiento pesan en el club. Y es que cuando se tiene la más mínima posibilidad de presentar candidatura a la zona noble de la categoría, algo sucede para recordar al fiel aficionado mallorquinista que el sufrimiento no termina aquí.

Por otra parte, tenemos a Vázquez. El gallego perdió la oportunidad de lograr un balance positivo de goles por primera vez desde el fatídico descenso a la Segunda División del fútbol español. Especialmente frustrante para todos los estamentos del club fue ver como quedando 25 minutos de partido y con el marcador empatado Vázquez decidía dar por bueno el punto ante el colista de la categoría. Ese cambio de Óscar Díaz por Ansotegi probablemente hiciera que muchos televisores se apagaran a la vez.

Tampoco hay que obviar la decisión de alinear a Santamaría como titular por encima de un Cabrero que venía pletórico tras su actuación ante el Alcorcón. Santamaría, falto de ritmo, no respondió con las mismas garantías que en partidos anteriores y contribuyó en gran medida en que el Nástic lograra anotar los dos goles.

Brandon no tira la toalla

Dentro de esta odisea que supone disputar partidos a domicilio hay un jugador al que poco le importa el escenario en el que se encuentre, la posición en tabla o si se trata de un partido amistoso. Ese es Brandon Thomas Llamas.

La perla de Cala D’or fue lo poco positivo que se podía sacar ayer. Una vez más se vistió de héroe, como ya hiciera en Valladolid la pasada temporada o ante el Huesca esta misma campaña, para rescatar a un Mallorca desnortado que no acababa de encontrar la portería rival.

Tras el descanso con el marcador en 1-0 Brandon se echaba el equipo a las espaldas. Nada más reanudarse el juego, la rabia de un jugador bandera que ama lo que hace y a quien representa, permitía sacarse un disparo magistral que sólo podía acabar en gol.

El gol del empate sería más emocionante si cabe ya que tras un penalti claro que el árbitro vio fuera del área, Moutinho enviaba el balón a córner. En ese momento es cuando Brandon debió pensar: “Si no me pitan el penalti, lo meto de cabeza”. Y un minuto después del penalti no pitado, Brandon introducía el balón en la meta de Dimitrievski. Así finalizaba un partido que tras el pitido final se iba a ensuciar por parte de los jugadores rivales.

Por suerte para el Mallorca, se pudo salvar la faena de una derrota que por momentos parecía inevitable, pero una vez más el equipo muestra sus miedos. La próxima jornada se espera un nuevo “Matchball”.