Los mundiales, generalmente, tienen la función de ejercer de escaparate, la fórmula para encarecer fichajes, para descubrirlos, o para descartarlos. Este Mundial no va a ser menos. De hecho, ya estamos viendo que Luís Suárez ha encarecido su fichaje en lo deportivo, pero lo está desmontando gracias a un impulso emocional del que no puede escapar. También Cuadrado, Gio Dos Santos, Neymar, o el propio Messi, son algunas de las sensaciones de este Campeonato del Mundo de Brasil 2014.
Sin embargo, ante tanta estrella y descubrimientos, se hace difícil rescatar más allá de lo que los analistas de los grandes medios nos proponen. Por ejemplo, hemos visto como todas esas opiniones que merecen mención aparte en el Mundial tienen mucho que ver con el interés de los equipos de nuestra liga, o de grandes del continente europeo, algo que es tan lógico como inocente. Cuadrado es un jugador extraordinario, pero el interés del Barça nos hace fijarnos más en él que en otros. No es malo, pero sí que nos lleva a infravalorar a otros jugadores, ya sean de Colombia, en este caso, o en otras selecciones, o, más simplemente, a no prestarles la atención que merecen.
Por tanto, al estar centrándonos en futuros cracks europeos, o en bombas que disparan la demanda del mercado del fútbol, estamos olvidando que existen otras variantes que, pese a no ser tan excelentes, son muy óptimas para el fútbol que viene. A la vez que estamos enfocando todas las cámaras en Cuadrado, estamos desperdiciando a otros, como Armero, Quintero, o Teófilo. No marcarán tanto las diferencias, pero son factibles para los que no son Madrid y Barça.
De ahí que Luís Suárez ahora cueste 87,5 millones como mínimo, cuando por menos de 20 alguno de los grandes equipos de la liga española se llevarían a Gastón Ramírez, la perla del Southampton que, con apenas 23 años, y habiendo jugado 30 escasos minutos ha dado una clase de lo que es jugar al fútbol, de conducción, de zancada, de elegancia y de su riquísima y desconocida pierna izquierda, la misma que sirvió un “caramelito” a Godín para que los uruguayos ahora estén en octavos.
También es obvio que cuanto más poderío tiene la selección más objetivos hay. Pero en México, por ejemplo, que nadie apostaba por ella, hay jugadores que no están ni en Europa, por lo que los desconocemos y los ignoramos, prácticamente. ¿Acaso Paul Aguilar, Layún o Carlos Alberto Peña no son aptos para nuestro continente? Incorrecto.
No es una crítica al espectador, ni al medio, es más bien una reflexión, la reflexión de que no hay que mirar a lo que apunta la cámara, sino más allá. En el fútbol internacional lo más bonito es descubrir, y el Mundial es la manera más fácil de hacerlo, porque el Mundial junta a los mejores. Subir el valor de mercado es la consecuencia de una burbuja, en la que solo caben los mejores, y no los mejores en potencia, en la que estamos involucrados todos los agentes del fútbol que solo vemos lo que nos muestran.
Detrás de los titulares de la selección hay jugadores que son muy buenos, muy valiosos y que darían más de una sorpresa. Shaqiri es un descubrimiento para muchos, porque está en el banco del Bayern, uno de los mejores clubs del Mundo. En cambio, cuando asume los galones de líder hace cosas como las del partido frente a Honduras. También habrá muchos que ni se habrán percatado del trabajo de Cabaye en el centro del campo de Francia, porque está tapado por Pogba y Matuidi, pero su sensacional temporada en el Newcastle le ha llevado al PSG, casi nada.

Xesc Ripoll