Si hay una palabra a la que hacen
referencia todos los entrenadores de fútbol del mundo, esa es la de
equilibrio. Un adjetivo que no varía en cuestión de la filosofía
que implanta el técnico, sino que es indispensable para hacer un
equipo competitivo y a la vez exitoso.
Cuando en los últimos días de mercado
de fichajes, durante este último verano, se anunció la salida de
Xabi Alonso en el conjunto madridista, muchos fueron los que clamaron
al cielo por el desequilibrio que podía ejercer el vacío dejado por
el tolosarra. Lo cierto es que así ha sido en el inicio de
temporada, la figura del centrocampista defensivo había desaparecido
en un medio campo formado por Modric-Kroos-James y pese a la
solvencia que demostraban ofensivamente, dejaban escapar 6 puntos en
las tres primeras jornadas.
(Fotografía Luka Modric –
Copyright: Reuters)
Con la marcha de Xabi al Bayern de
Munich, Asier Illarramendi quedaba como único mediocentro nato, pero
Carlo Ancelotti no ha mostrado mucha confianza en el guipuzcoano.
Hasta ahora ha participado en 6 partidos de los 9 posibles en liga,
una cantidad de partidos nada mala, aunque lo cierto es que en
minutos jugados se hace más visible esa poca confianza. 200’
minutos entre los seis encuentros, eso sí, siendo 94’ de esos
minutos en un mismo partido, ante el Elche y en el único en que ha
sido titular esta temporada. Aquel día, el técnico madridista se
dio cuenta de una clara evidencia, Toni Kroos no puede ser
mediocentro, su talento queda desperdiciado tan lejos del área
contraría y la falta de fundamentos defensivos acarrea un gran
riesgo defensivamente para su propio equipo. Así que con la
intención de fortalecer el juego del alemán, buscó una alternativa
para que él pudiera jugar más adelantado y sin que eso implicara
deshacer ese centro del campo tan talentoso del que hacía referencia
en el párrafo anterior.
Las posibilidades eran pocas, de hecho,
solamente había una, la de poner a Luka Modric en esa tarea más
defensiva. Una labor en la que nunca se desenvolvió a excepción de
momentos puntuales, cuando su equipo necesitaba revertir una
situación adversa. El croata era en sus primeros años un jugador de
tres cuartos de campo, ese jugador imaginativo y capaz de resolver
partidos por sí solo, luego, especialmente en Inglaterra, sus
entrenadores lo fueron retrasando para que interviniera más en la
construcción de la jugada, pero siempre con las espaldas cubiertas
por un centrocampista más de contención. Ahora su tarea es esa, la
de encubrir esas deficiencias de sus compañeros, dando prioridad al
posicionamiento táctico y siendo el jugador que sale al corte por
delante de la defensa.

Modric jamás pensó que acabaría
ejerciendo ese perfil dentro del equipo, pero siempre ha tenido clara
una cosa, el sacrificio es indispensable para triunfar y tanto da la
posición en la que juegas, siempre que puedas ser importante para tu
equipo. Además esta nueva posición le permite tener una visión
privilegiada para explotar su mayor cualidad técnica, el pase. En un
equipo con jugadores tan veloces como Ronaldo y Bale, especialistas
en aprovechar los espacios a la contra, un “Quarterback” como
Modric puede rendir a un nivel sublime.

Quim Pascual Pla