El mallorquinismo está cansado. Cansado de ver como el equipo de su isla y de su ciudad es completamente ninguneado tanto por La Liga como por la RFEF. No son pocas las razones que tienen los aficionados del Mallorca para estar desenamorados de este deporte: el acoso recibido por las mujeres en Arabia, el tema de los horarios, el doble rasero utilizado con el VAR y, sobre todo, la sensación de que nadie sale a defender al club como toca.

El asunto de los horarios es de traca, o así se lo tomaron en el club desde las redes sociales tras conocer el horario del partido contra el Sevilla. De 21 jornadas disputadas hasta ahora, los bermellones han jugado en las horas que ‘no quiere nadie’ en 14 de ellas. Cinco partidos en lunes, cuatro en viernes y otros cinco a las 14h, a los que hay añadirles tres encuentros entre semana. Es decir, el Mallorca tan solo ha jugado cuatro encuentros en un horario que puede considerarse como ‘normal’. Alfonso Díaz habló el martes en un acto de ciclismo en Son Moix y dijo que el club había mandado un informe a La Liga reclamando mejores horarios. Sin embargo, la sensación es que la tendencia seguirá siendo la misma y que nadie hará caso, porque total, a nadie le importa el Mallorca.

Mucho más grave es el tema del acoso recibido por las mujeres de las futbolistas en la Supercopa disputada en Arabia Saudí. Desde la RFEF, tuvieron la poca vergüenza de afirmar que los que sufrieron todo esto habían confundido «acoso» con «un pequeño agobio a la salida». Es decir, desde la federación, se pusieron en la piel de las mujeres y decidieron que un tocamiento de pecho o de culo sin consentimiento es «un pequeño agobio», y no un «acoso». Tremendo.

Además, el presidente de la RFEF, Rafael Louzán, días después de lo sucedido, se mostró feliz y orgulloso de que esta competición se juegue en Arabia, sin hacer ninguna mención al acoso y humillación recibido por la expedición mallorquinista. Posteriormente sí que hubo unas disculpas, pero llegaron tarde y no fueron suficientes para calmar toda la tensión, con motivo, que se había formado. No hubiese estado mal que los políticos, los estamentos deportivos y los medios de comunicación se hubiesen tomado lo sucedido en Yeda como el caso Rubiales. Porque no era para menos.

Y por último, está el asunto del doble rasero arbitral, sobre todo con el VAR. No se entiende por qué la acción de Mascarell frente al Betis es roja, que, objetivamente, lo es, pero la sucedida cinco días antes con Baena y Valjent ni siquiera se revisa, con el central bermellón teniendo que irse al hospital con un traumatismo craneoencefálico y sin opción de poder disputar el siguiente partido. Tampoco se entiende por qué la jugada de Muriqi con Van de Beek es sancionada con roja, pero una semana después, Djené comete un pisotón muy similar sobre Larin, dejando al canadiense con el tobillo sangrando, y la acción es sancionada con tan solo una amarilla. Ni tampoco se comprende por qué el penalti sobre Dani Rodríguez no es pitado, cuando el defensa del Betis le golpea claramente arriba y abajo, y en el Atlético de Madrid – Villarreal, partido disputado dos horas después del de Son Moix, sí se sanciona con la pena máxima una acción mucho menos clara que la anterior. 

Por estas cosas, por esta irregularidad constante en el criterio, es por lo que uno se va desenamorando de este deporte, como bien explicó Jagoba Arrasate tras el encuentro frente a los de Pellegrini. El VAR es una herramienta estupenda, pero de la manera en la que está siendo utilizado por el colectivo arbitral, se está cargando la esencia del fútbol. Los protagonistas, al final, siempre acaban siendo los que están arriba con las pantallas viendo el partido y diciéndole al árbitro de campo lo que debe pitar y lo que no. Y ya cansa. Pero lo peor de todo esto, de los árbitros, de los horarios y del acoso recibido por las mujeres en Arabia, es la sensación de que no hay una figura institucional en el club que sea capaz de alzar la voz, de lanzar un comunicado, y trasladar a La Liga y a la RFEF lo que el aficionado del Mallorca piensa y siente. Jagoba lo hizo el pasado sábado, pero él no debe ser el encargado de esta tarea.