La llegada de Jagoba Arrasate al banquillo del Mallorca implica un cambio de estilo y, por ende, de sistema. Para poder llevar a cabo la idea del técnico de Vizcaya, era primordial fichar extremos. Los pocos efectivos -Llabrés y Radonjic- con los que contaba Javier Aguirre en esta posición el año pasado le imposibilitaba disponer de alguna alternativa al plan inicial. Estaba claro que el conjunto bermellón necesitaba fichar a varios jugadores de banda en este mercado de verano.

Lo que muchos no esperaban, quizás, es que a menos de una semana para el cierre de la ventana de fichajes, tan solo hubiese llegado un extremo. Sí, uno. Lo que tampoco se esperaba es que, habiendo recaudado 15 millones de las ventas de Gio y Rajkovic, no se reinvirtiese ni una tercera parte de ese dinero. Pero lo peor de todo es la sensación que existe de que no hay una planificación firme y de que la dirección deportiva, comandada por Pablo Ortells, va moviéndose por el mercado a base de improvisación y dejándolo todo para el último momento.

Fuente: RCD Mallorca

Si hace cuatro días le llegan a decir a un aficionado mallorquinista que los fichajes del último día de mercado iban a ser Valery y Chiquinho, es muy probable que no lo hubiese creído. Y no es por juzgar o menospreciar a estos dos jugadores. A pesar de que no sean las opciones ideales, tienen mucho por decir y, por qué no, su rendimiento puede ser bueno.

A quien sí que hay que señalar es a la directiva. Está claro que Robert Navarro, Valery y Chiquinho no eran las primeras opciones que había al inicio del mercado, ni tampoco las segundas. La mejor prueba de que la contratación de estos tres ha sido improvisada es que firman solamente por una temporada. Y esto, desde luego, no es lo que se le prometió a Arrasate, quien ya dijo que prefería «un fichaje bueno», como hubiese sido Rodri, «a dos medianos». Cabe la posibilidad de que estas últimas incorporaciones se conviertan en buenos fichajes, pero eso, de momento, es una incógnita.