El RCD Mallorca perdió entrada la madrugada del domingo la final de la Copa del Rey ante el Athletic Club. Un golpe directo al mentón de jugadores y afición, que habían depositado ilusión a raudales para el partido. No se le pudo pedir más a los jugadores y así, en la derrota, se lo agradeció al final de la tanda un fondo bermellón que aún hundido intentó levantar a los suyos en un arreón de orgullo propio.
Ese ánimo y ese orgullo es el que tiene que reunir ahora una plantilla que ha demostrado que está más que capacitada para competirle a cualquier equipo y que tiene por delante un calendario contra equipos tan complicados como necesitados de puntos y que tiene que empezar a resolver para tener un final de temporada tranquilo. La vuelta a la rutina, a lo que es la normalidad del Mallorca, empieza con la visita del líder. El Real Madrid llega a Son Moix este sábado entre una eliminatoria de altos vuelos contra el Manchester City.
Los de Javier Aguirre llevan ya muchos partidos poniéndole las cosas muy complicadas a los de Carlo Ancelotti y solo un cabezazo de Antonio Rüdiger en las postrimerías del partido decantó la balanza para los merengues en el partido de ida. Este sábado se le presenta una buena oportunidad al Mallorca para recuperar el impulso perdido por el cruel final en La Cartuja y de hacerlo seguro que el final de temporada se antojará placido para los baleares.
Más adelante esperan Sevilla, Cádiz, Atlético, Las Palmas, Osasuna, Almería y Getafe. Una mezcla de equipos que se juegan competición europea y descenso, aunque a medida que vayan avanzando las jornadas más de uno se quedará en tierra de nadie, con el objetivo cumplido o sin aspiraciones. El descenso no parece un riesgo latente en la isla, pero mejor cerrar cuanto antes una temporada que quedará para el recuerdo y empezar a planificar la que sería la cuarta temporada seguida en Primera División y la tercera salvación consecutiva de la mano de un Aguirre que también espera al desenlace de la temporada para decidir su futuro.