Era un buen día para ver un partido de fútbol en Mallorca. Bajo un calor que sorprendía a muchos, el Mallorca tenía ante sí una oportunidad fundamental para aumentar su renta con respecto al descenso y espantar los fantasmas que venía arrastrando en cada enfrentamiento contra el Granada. La primera parte de los bermellones no fue buena, pero en la segunda mitad se dio un paso adelante y, a pesar de un gran Augusto Batalla, guardameta rival, la alegría llegó en forma de un cabezazo del capitán, de Antonio Raíllo.
Se suele decir que hay partidos que, a la hora de la siesta, pueden ser fatales, y la primera parte del Mallorca-Granada fue un ejemplo claro. El conjunto nazarí no generaba apenas peligro ante una defensa de tres que, como se evidenciaría después, estaba sobrepoblada. La primera ocasión clara de peligro llegaba del lado bermellón, después de que, tras un error de Ignasi Miquel, Muriqi encontrase espacio y disparase a puerta. Su tiro salía rebotado y Batalla tenía que intervenir para evitar el primero de los locales. El encuentro continuaría sin mayores sustos, con el Granada teniendo su primera ocasión cerca del descanso y el Mallorca respondiendo poco después, pero el marcador parecía inamovible. Tiempo de descanso y empezaba el movimiento en los banquillos.
Con la reanudación se daba un movimiento que se venía anunciando desde la media hora de partido. En busca de un mayor control del centro del campo y con el objetivo de adelantarse presente, Javier Aguirre retiraba a Copete para dar entrada a Manu Morlanes. Todo un acierto, como se empezaría a ver poco después. Desde el comienzo de esta segunda mitad, el Mallorca empezaba a ser mucho más incisivo, llegando de manera clara con una gran jugada individual de Dani Rodríguez y más tarde con una buena acción entre Morlanes, Larin y Muriqi. Aun así, entre Batalla y la falta de precisión, los bermellones no conseguían adelantarse.
Conscientes de su situación y con las prisas que se apoderaban del banquillo del Granada, Uzuni obligaba a Rajkovic a intervenir después de un buen cabezazo. Así, daba comienzo un tira y afloja sin un dominador claro pero con ambos buscando el tanto que decidiese el partido. Futbolistas de ataque como Radonjic, Abdón o Darder también se incorporaban al terreno de juego y los de Aguirre empezaban a apretar, pero toda internada bermellona se topaba con grandes respuestas de un Augusto Batalla que se postulaba como el máximo protagonista del partido.
En el 84′, esa insistencia, para alivio de todo el Mallorca, tuvo finalmente premio. A centro de Sergi Darder, Antonio Raíllo se elevó al cielo de Son Moix para decantar la balanza en favor de los suyos. Pese a la estirada de Batalla, el guardameta nazarí fue finalmente superado por un testarazo en el que poco más pudo hacer. Este único tanto fue suficiente para que el Mallorca mantuviese los tres puntos en casa, renta que aumenta la diferencia con respecto al descenso hasta los ocho puntos y que devuelve la tranquilidad a tierras bermellonas. Victoria fundamental y fantasmas espantados.