Y si ganamos esta Copa, tal vez, la vida sea más bella, no lo sé. Volver a ser campeones, otra vez, como aquel año en Elche… en 2003”. Este es el cántico que prepara la afición bermellona para una cita histórica. Un acontecimiento que pocos olvidaremos, sobre todo los más jóvenes, que verán a su equipo por primera vez en unas semifinales de la Copa del Rey.

Si eres del RCD Mallorca sabes que en esta vida vas a salir perdiendo. Cada encuentro es un año de vida que se va al limbo, pero sigues ahí. Sabes de sobra que lo único que vas a hacer los fines de semana es sufrir, pero sigues ahí. La mayoría de partidos van a ser feos y acabarán en derrota, pero sigues ahí. Esto, mallorquinistas, es lo bonito del fútbol. Porque aprendimos antes a perder que a ganar, y partidos como el de esta noche es una fiesta sabiendo que enfrente tenemos al segurata y en nuestro DNI pone que aún no tenemos la mayoría de edad.

El fútbol es para humildes, por ello, unas semifinales en sinónimo de victoria. Porque para un equipo grande, partidos como el de hoy son un mero trámite, pero para nosotros, es un sitio donde nos quedaríamos a vivir de por vida. Eso es lo bonito del fútbol, un deporte que es como la vida misma: hay que saber que siempre vas a acabar perdiendo, pero cuando se gana… hay que celebrarlo a lo grande.