Trabaja prácticamente en la sombra. Habla poco y cuando lo hace, dice palabras vacías. Pero ha logrado un éxito. Su éxito. La ilusión. La ilusión de todos los mallorquinistas que ansían que empiece ya la siguiente temporada.
Porque saben que un año más, significa que el Mallorca está más cerca de aquel equipo que celebró títulos y su final europea. Pablo Ortells es quizás una estrella alérgica a los focos como Javier Aguirre al fútbol ofensivo. Quizás ninguno sabe hacer otra cosa. Quizás nadie sabe cambiar su forma de ser como tampoco nadie quiere asumir sus errores.
Pablo Ortells ha sido muy criticado durante su trayectoria en el equipo bermellón hasta esta temporada. Sobre todo, cuando echó a Luis García Plaza por Javier Aguirre, cuando pocos entendieron que era un cambio necesario y que año y medio después ha sido un éxito.
En sus tres temporadas y media ha tenido una patata caliente cada temporada. En su primer verano debía cerrar la venta de Budimir y lo hizo, en el segundo verano construir un equipo competitivo para primera división con opciones de salvarse y fichó a Jaume Costa, Maffeo, Kang In Lee y Kubo, en el tercer periodo estival reforzó la portería con Rajkovic y la delantera con el fichaje en propiedad de Muriqi (sin que fuese un culebrón) y este verano debe solucionar el futuro de Kang In Lee.
El crecimiento del Mallorca es orgánico. Sin grandes gastos en los mercados de fichajes, pero con aciertos en las posiciones claves. Lógicamente no se puede acertar en cada nuevo jugador porque si no no estaría en el Mallorca, pero su trabajo mejora año tras año y todo hace indicar que si finalmente se vende a Kang In, el dinero invertido estará bien invertido.
Y esa es la principal razón por la que la afición bermellona vuelve a ilusionarse. Porque sabe que Pablo Ortells trae ilusión a su club aunque a la prensa no le guste. Su hermetismo y difícil acceso complica el trabajo a los periodistas que cubren la información bermellona y por eso quizás los focos pocas a veces apuntan a una estrella que quiera pasar desapercibida.