Hay jugadoras destinadas a hacer grandes cosas, futbolistas capaces de convertir lo imposible en posible y, en definitiva, jugadoras que construyen la historia según les parezca. Patri Guijarro pertenece a ese selecto grupo. En Eindhoven, los fantasmas de la final de la Champions del año pasado comenzaron a aparecer. Las azulgranas se marchaban dos goles por debajo al descanso y algunos se temían lo peor. Patri no. En apenas tres minutos, la mallorquina se vistió de heroína y anotó un doblete para empatar el encuentro. El resto, como se suele decir, es historia.

El Barça llegaba a este partido como gran favorita, pero las cosas se complicaban cuando, en el minuto tres, un fallo de Lucy Bronze propiciaba el primer tanto del conjunto alemán. Era Ewa Pajor la que aprovechaba para, desde la frontal, mandar un cohete hacia la portería defendida por Sandra Paños. Las azulgranas llegaban, dominaban, pero no encontraban un gol que sí se volvería a encontrar el Wolfsburgo al borde del descanso. Un tanto anímico, de los que duelen. Un gol que al Barça del año pasado, al de Turín, quizá le habría sentenciado. Pero no, este no es el Barça de Turín, es el Barça de Eindhoven. 

15 minutos de descanso y como si no hubiera pasado nada. Las blaugranas salían con todo, conscientes de que un gol al inicio de la segunda mitad lo cambiaba todo. Y así fue. En su faceta más ofensiva, casi como segunda delantera, Patri Guijarro llegaba hasta el área pequeña y, después de un pase atrás, mandaba el balón al fondo de la red. Aun así, con esto no bastaba. La fiesta se acaba cuando Patri quiere, y la mallorquina solo le daría tres minutos más de alegría a las alemanas. De nuevo, llegaba desde atrás completamente sola y la mandaba para dentro. Todo empatado, el Barça crecido y una final por ganar. Solo quedaba terminar con el trabajo, ese tercer gol para certificar la victoria.

La encargada de finiquitar el encuentro por un momento parecía que iba a ser Mariona Caldentey, pero la suerte no iba a estar con ella. Aun así, después de una serie de rebotes, la mallorquina conseguía sacar la bota y darle el balón a Fridolina Rolfö, quien mandaba el esférico a la escuadra. La remontada estaba completa. La locura se desataba sobre el sector culé. Los más de 8.000 aficionados del Barça gritaban, celebraban y, por primera vez, se veían campeonas. A partir de aquí, lo único que hacía falta era esperar, aguantar, y el FC Barcelona lo hizo. Después de todo lo que había ocurrido, no podía ser de otra forma. La historia del fútbol femenino español la escribe ahora mismo el Barça, y la encargada de escribir este capítulo fue una mallorquina. Doña Patricia Guijarro, de Mallorca para el mundo, con mucho amor.