Es una sensación extraña. Juega el Mallorca y no te tienes que preocupar demasiado por los resultados de los demás. Estás pendiente del regate de Kang In Lee, del gol de Muriqi o de la parada de Rajkovic sabiendo que el Mallorca, casi con total seguridad, jugará el año que viene en Primera División. A falta de ocho jornadas, el conjunto bermellón está prácticamente salvado, una situación que no se vivía desde hace muchos años. Por ello, el aficionado puede no saber qué hacer. No hay necesidad de mirar la tabla en cada gol de cualquier partido, no hace falta tener un oído en lo que pasa en otro estadio… los deberes están prácticamente hechos.

Muchos años en Segunda División, ascensos, descensos y, por fin, una permanencia sin la necesidad de sufrir hasta el último encuentro. Está muy bien que el equipo se salve de la manera en la que lo hizo la temporada pasada, jugando con el agua al cuello en los últimos partidos, pero que bien sienta el estar a todavía bastantes fechas de acabar y estar -relativamente- tranquilos. Javier Aguirre, con sus pros y contras, ha llevado al Mallorca a una campaña que no veíamos desde hace mucho. Si a cualquier aficionado le hubiesen dicho esto a principio de temporada, alguno  dudaría mucho, esperando un desenlace parecido a lo que se vivió hace un año.

Se suele decir que los números no engañan. A pesar de las malas rachas, derrotas que parecían no acabar, el Mallorca de Aguirre cerró ‘su’ liga con 40 puntos, una cifra increíble para un equipo como este. Además, con victorias de mérito como las del Real Madrid o Atlético de Madrid. Con el mexicano, el equipo tiene marca personal; no es el Mallorca, sino que es el Mallorca de Aguirre, con todo lo que eso conlleva. A pesar de que hayan habido algunas jornadas en las que no -no hay equipo perfecto-, este conjunto se ha hecho reconocible. Puede que no sea un fútbol tan gustoso de ver, tiki-taka, fútbol champagne; pero tampoco hace falta. En Mallorca, si se pregunta, el aficionado prefiere lo suyo, el ya bautizado fútbol tequila.

Para explicar esta temporada hay que hablar de un cúmulo de cosas. Vedat Muriqi se confirmó como goleador, con 12 goles hasta la fecha, solo cinco tantos por detrás del pichichi, Robert Lewandowski. Quién lo diría cuando estuvo a un reconocimiento médico de fichar por el Brujas. De Kang In Lee se acaban los calificativos. El surcoreano parece que abandonará la isla en verano y se está despidiendo a lo grande. El doblete del pasado fin de semana confirmó su gran estado de forma, siendo un jugador de los que pasan los años y cuesta ver en equipos como el Mallorca. Cambiando de lado, si hablamos de arriba, también hay que hablar de abajo. Después de las dudas de la temporada pasada en portería, Rajkovic ha sido una bendición. Si a eso le sumamos las hasta cinco torres que tiene delante, el equipo se convierte en un castillo casi infranqueable. Y para sostenerlo todo, el centro del campo con cada vez más efectivos, los Dani Rodríguez o Ruíz de Galarreta con Manu Morlanes, el último en unirse a la causa.

Todos han contribuido, algunos más y otros menos, a una temporada de las que hacía mucho tiempo que no se veían, una temporada tranquila en la que los deberes están hechos. Es una sensación a la que muchos no saben reaccionar. Falta de costumbre. Ahora, el mallorquinista, si la cosa no se aprieta más de lo normal, se puede permitir el estar relajado y disfrutar de su equipo, independientemente de lo que hagan los otros, sin preocupaciones. Algunos, incluso se permiten soñar con Europa. Sueñen, disfruten de su equipo sin pensar en lo que hagan los demás, porque después de muchos años, se lo pueden permitir.