Que la excelente temporada del primer equipo no tape el ridículo mayúsculo que ha hecho el Mallorca ‘B’ en Segunda RFEF. No ha estado a la altura, diría, ninguna de las parcelas encargadas de diseñar un equipo filial que compita en la cuarta categoría del fútbol español. Repito, en la cuarta categoría del fútbol español. 26 puntos, 19 goles a favor, 38 en contra y solo seis victorias en 31 jornadas son números que deberían sonrojar a más de uno. Y, aunque a casi nadie le importe lo que haga o deje de hacer el segundo equipo del club, no se debería pasar por alto una temporada tan ridícula en todos los sentidos.
Quizás, el menos culpable, sea Julián Robles. Igual que se comenta hasta la saciedad que Aguirre compite con un equipo justo de recursos para lo que es la máxima categoría, nunca está de más recordar que al técnico del filial ni siquiera le han dado la oportunidad de intentar obrar un milagro para mantener la categoría en la nueva y polémica Segunda B. Con un grupo débil, limitado, sin rumbo y con alguna que otra falta de disciplina, era muy difícil intentarlo. Finalmente, se ha consumado lo demostrado desde el principio: eran un equipo de Tercera que competía un escalón por encima de sus posibilidades.
Habrá que ver qué sucede con jugadores que han ido participando con el primer equipo. En entrenamientos, claro. Es el caso de los Pere Joan García, Miquel Llabrés, Luis Montiel, Thomas Giaquinto, Marcos Fernández, Gayá, David López… porque los inventos de Tijan Marr (que lo primero que hizo al llegar a la isla fue alabar a Kroos en un Mallorca – Real Madrid), Coulibaly (de una academia de Malí) y otros tantos, llevan bastante tiempo buscando su próximo destino. Y no es la Tercera División balear. Los encargados de la gestión deportiva del primer equipo se han ganado un aumento de sueldo, los del filial… ellos sabrán. Porque a nadie le importa.