Tras encajar seis goles en los últimos tres partidos, el sábado el Mallorca tiene una oportunidad bárbara de volver a mantener la portería a cero y volver a cerrojazo. Aquello que no hace desde la ruidosa victoria ante el Real Madrid de Vinicius, que cumple un mes. Ante la visita del destacado colista, la obligación de ganar, y de alejar los errores individuales y en argot tenístico, no forzados, son como el aroma a café al levantarse: lo que da sentido a la vida.

Reunidos de una parte el Elche con nueve puntos, (que presenta los siguientes números: una victoria, seis empates, 16 derrotas y 17 goles a favor y 48 en contra), aspira a sumar sus primeros tres puntos lejos del Martínez Valero. Mientras que el Mallorca (con 31 puntos y 21 goles marcados y 24 encajados), desea por una parte alejarse de los monstruos del descenso y por otra soñar con alcanzar plazas europeas. Hay quien sueña con dar el segundo paso sin dar el primero porque todavía no han leído libros como ‘Hábitos Atómicos’ o ‘Cómo hacer que te pasen cosas buenas’.

Con los números de los encuentros del equipo franjiverde deberían perder por 0’74 a 2’09 y el Mallorca también debería hacerlo por 0’91 a 1’04. Aunque sean simples matemáticas y que nunca fallan, solo tal vez lo haría el ejecutor de las cuentas, o tan solo ni eso, solo la interpretación de ellas como los hechos que nos suceden para llegar a la felicidad.

Es por ello que, con los números en la mano, el atajo que solo conlleva al resultado inmediato sin pensar en las consecuencias tan importantes para el deporte del espectáculo, como diría el presidente del Real Madrid: «La falta de estética y de emoción elimina futuros consumidores que dan de lado el fútbol por otro entretenimiento«. Bueno, estética no diría. El único camino que garantiza puntuar es el de volver al cerrojazo, aquel que hace ya un mes no se atisba en los bermellones y que tan necesario es en el equipo más atractivo de la liga.