«Abdón y Raíllo son los que nos unen». Esas fueron las palabras que pronunció Javier Aguirre una vez finalizado el encuentro contra el Valladolid de hace unos días. El primero de ellos, Abdón Prats, salió como héroe -una vez más- de Son Moix después de anotar el gol de la victoria en el último segundo, algo que opacó las actuaciones de todos y cada uno de los jugadores que participaron en el partido. Por ello, quizá, lo que hizo Antonio Raíllo pasó más desapercibido. Ahora, ya en frío, podemos apreciar el partido del central cordobés y darnos cuenta del nivel al que está el capitán bermellón.

Remontémonos a 2017. El Mallorca decía adiós al fútbol profesional después de unos malos años en Segunda División. Como suele ser común en este tipo de situaciones, se produjo una gran desbandada en el equipo, tanto de jugadores como de staff técnico. Meses más tarde, los que se habían mantenido en la plantilla se contaban con los dedos de una mano, e incluso sobraban. Antonio Raíllo era uno de ellos, a pesar de que tuvo sus más y sus menos con una afición muy descontenta y falta de alegrías. Finalmente, por una razón u otra, se acabó quedando y, seis años después, lleva el brazalete de capitán del Mallorca en Primera División. Quién lo diría.

En la actualidad, Raíllo se ha convertido en uno de los líderes del vestuario bermellón, y esto no es algo nuevo. Desde que el Mallorca empezó a remar en Segunda División B, el cordobés asumió el rol de capitán y desde entonces no lo ha dejado. Por el camino, encontró un compañero de trabajo perfecto en Martin Valjent, a los que esta temporada se uniría Copete. Los tres llevan una campaña sobresaliente, por no decir excepcional. La solidez defensiva del Mallorca pasa, en gran parte, por el rendimiento que vienen mostrando los tres. Si a esto, además, se le suma la seguridad que transmite Rajkovic bajo palos, vemos como la parte de atrás del equipo bermellón está perfectamente cubierta.

La última evidencia del gran nivel al que están los centrales, y en este caso concreto, Antonio Raíllo, fue el encuentro contra el Valladolid. El Mallorca, que exceptuando a Muriqi no puede presumir de ser un equipo demasiado goleador, basa su juego en la defensa, algo que esta temporada parece estar funcionando a la perfección. Ante el Pucela, la portería a cero se aseguró gracias al hecho de que Raíllo solo perdió dos duelos aéreos en todo el partido. Dos. Por otro lado, si buscamos a algún jugador que consiguiese superar al central, no lo vamos a encontrar. Ninguno fue capaz.

Hace seis años era impensable, pero hoy por hoy podemos afirmar que Antonio Raíllo se ha convertido en toda una institución en Mallorca. Esta temporada superó los 200 partidos oficiales de bermellón y no parece que quiera aflojar. Además, si preguntamos a cualquier mallorquinista, ninguno querrá verle marchar. Puede que la relación no empezase bien, pero todo se acabó arreglando. Lo que se recordará es que Raíllo descendió con el Mallorca y no se bajó del barco, sino que asumió la capitanía, se puso el mono de trabajo y fue uno de los que llevó al club, de nuevo, a la élite. La historia perfecta. El resultado: no se entiende el Mallorca sin Antonio Raíllo y no se entiende a Antonio Raíllo sin el Mallorca