El Mallorca quiere pasar página cuanto antes tras la última derrota liguera en El Sadar. A pesar de ver una imagen mucho mejor a la mostrada en el partido ante el Getafe, el conjunto de Aguirre sigue sin terminar de arrancar tras el parón por el Mundial de Qatar. Eso sí, continúa en una situación envidiable y que muchos de los aficionados bermellones hubieran firmado sin miramientos a principio de temporada, a seis puntos del descenso y a seis de puestos europeos. Lo que es estar en mitad de tabla de toda la vida. 

Pero ahora toca cambiar el chip, y el Mallorca se pone en modo Copa, una competición por la que ha mostrado tener un cariño especial. Eso sí, los octavos de final no serán coser y cantar, ya que el rival es el equipo del momento, la Real Sociedad. El club Txuri-urdin llega en su mejor momento de la temporada, tercero clasificado y con la moral por las nubes tras imponerse en el derbi vasco. 

Además, el equipo de Javier Aguirre afronta el partido con alguna baja más que sensible. Esta misma semana se cerraba el traspaso de Franco Russo al Ludogorets, algo que beneficia al club en lo económico, pero que resta opciones en defensa. A este se suman las bajas de Iñigo Ruiz de Galarreta y Nastasic, ambos arrastran unas molestias, y parece complicado que vayan a estar está noche en el once.

 
 
 
 
 
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A todo lo anterior, hay que añadirle una dificultad extra. El Mallorca no solo va a tener que imponerse a la Real delante de su gente, sino que va a tener que romper una maldición que dura ya 20 años. Desde que Luis Aragonés ganase en el feudo Realista en 2003, el Mallorca no solo no ha vuelto a ganar, sino que no ha sido capaz de anotar ningún gol desde entonces, ya sea en liga o en copa. 

Pese a lo difícil que pueda parecer la eliminatoria, el mallorquinismo tiene en la memoria una de las remontadas más épicas que ha vivido en club en su historia. Un 10 de enero de 2012, en Son Moix se pasó de la decepción al júbilo. En apenas 10 minutos de pura magia el Mallorca le daba la vuelta al marcador, para terminar con una goleada inolvidable, un 6-1 que no olvidaremos nunca. Las circunstancias han cambiado desde entonces, está claro, pero, ¿por qué no soñar con una gesta al nivel de la vivida en 2012?

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