El Mallorca se ha ganado el contar con un sello de identidad. «Ya no es sello Aguirre, es sello Mallorca de este año«, decía Jaume Costa al finalizar el encuentro ante el FC Barcelona. El Mallorca entra bien a los partidos, compite, tiene intensidad sobre el terreno de juego… pero falta algo. De esto se habla mucho durante los partidos del conjunto bermellón, tanto aficionados como periodistas. «El Mallorca de Aguirre es un equipo que siempre compite muy bien«, decía el periodista Miguel Quintana una vez finalizado el Mallorca – Sevilla. Ahora bien, de nada sirve competir si el resultado que se consigue no son los tres puntos.

El Mallorca, como decimos, comienza últimamente muy bien a sus partidos. Mucha intensidad y contundencia en defensa y creación de ocasiones en la delantera. Esto, es una buena y mala noticia. Tanto en el partido del Elche como el sábado contra el Sevilla, los bermellones tuvieron oportunidades para adelantarse en el marcador. Teniendo en cuenta que el equipo de Aguirre no es muy vistoso en lo que a delantera se refiere, estas ocasiones son cruciales de cara al resultado final de sus partidos.  ¿El problema? En estos dos últimos, la gran salida al partido del Mallorca se ha convertido en un total de cero goles. La falta de acierto, sumado a grandes paradas de Edgar Badía y Bono, hace que al Mallorca le cueste horrores ponerse por delante. ¿El resultado? El Mallorca empezó por debajo del marcador en ambas citas.

El partido del Elche, en concreto, fue un gran ejemplo de este problema. En los primeros quince minutos, los bermellones podrían haber tenido una ventaja de hasta tres goles. Muriqi las tuvo de varias formas, penalti fallado incluido, pero fue incapaz de mandar el balón al fondo de la red defendida por Badía. La falta de contundencia arriba, a su vez, se traslada a un estado de nerviosismo que, lejos de ayudar, lleva a la desesperación. En este partido, dio lugar al gol del Elche. Ezequiel Ponce remataba de cabeza tras un saque de esquina y superaba a un Rajkovic que tuvo que ver cómo, en uno de los primeros acercamientos del rival, encajaba el primer gol del encuentro. Al Mallorca, al que no se le suelen dar bien las remontadas, tenía que remar a contra corriente para sacar puntos ante el colista, obteniendo finalmente un punto tras el empate a dos.

El otro caso es el de la última jornada. Con Muriqi en la grada por sanción, el «dimoni» Abdón era el encargado de liderar al conjunto mallorquinista ante el Sevilla. Empieza el encuentro y, misma situación que contra el Elche, mucha intensidad del Mallorca pero poco acierto de cara a puerta. Bono, en este caso, sacaba dos balones con el pecho que hubiesen supuesto un gran alivio de cara al partido del Mallorca. Para un equipo como el de Aguirre, ponerse por delante es una bendición, ya que tiene un gran bloque defensivo capaz de aguantar resultados cortos. Por otro lado, si el rival se pone por delante, como pasó ayer tras el zapatazo de Gudelj, cuesta mucho sacar el partido adelante. Además, teniendo en cuenta los hombres de refresco con los que cuenta el Mallorca, esto se vuelve aún más cuesta arriba.

Si el Mallorca quiere reengancharse a la zona media de la clasificación, debe arreglar su falta de puntería. Una solución hubiese sido Tino Kadewere, pero su lesión priva a los mallorquinistas de verle vestido de corto. Javier Aguirre y sus jugadores tienen que empezar a aprovechar esos primeros minutos tan importantes. Como se suele decir, el gol puede ser de penalti, de jugada o con el culo, pero tiene que llegar el gol. Las preguntas son claras. ¿Qué hubiese pasado si Muriqi metía el primer penalti en Elche? ¿Y el sábado, si Abdón superaba a Bono en esos primeros minutos? Ojalá saberlo. En los próximos partidos, el Mallorca no debe perdonar y, así, no nos haremos este tipo de preguntas.