Comparado con el artífice deportivo del desastre que logró Llorenç Serra Ferrer, Utz Claassen o Javier Recio junto a Maheta Molango, el único que ha demostrado el nivel de primera división es Pablo Ortells. Desde Nando Pons y eso que son palabras mayores, nadie lo hizo tan bien como él con un ascenso y una permanencia a sus espaldas.
Llegó en plena pandemia con el equipo en descenso y sustituyendo a Recio en la faceta deportiva. Sin margen de maniobra, el equipo descendió con Vicente Moreno en el banquillo. Le tocó rehacer un equipo, fichar, vender y crear un proyecto para ascender sin ser los favoritos. Contrató a Luis García Plaza, quien se ganó a la afición desde el primer momento, para liderar su proyecto y acertó.
Subió con récord de puntos batiendo a equipos con más presupuesto como el Leganés y el Almería y plantando cara a un Espanyol que estaba varios escalones por encima. Al regresar a la Liga Santander fichó a jugadores veteranos como Jaume Costa o confió en contrastados como Pablo Maffeo, Battaglia, Ángel, Amath, Kang In Lee o Kubo y apostó por tres apuestas como Hoppe, Fer Niño y Greif, ambas por ahora nefastas. A principio de temporada y después de conseguir siete puntos en los primeros tres partidos, algunos pensaban que había plantilla para acabar entre los 10 primeros, los mismos que hoy defienden que la plantilla no tiene nivel para la élite.
Con una plantilla alicaída en invierno, intentó frenar la sangría de la portería con un cancerbero con experiencia en el máximo nivel como Sergio Rico que, a priori todos pensábamos que mejoraba lo que había, pero que salió rana. Trajo a un lateral derecho suplente, Gio González, y a Vedat Muriqi, Il Pirata, el segundo gran acierto.
El equipo reaccionó con victorias ante Cádiz y Athletic en casa, pero se entró en barrena de nuevo. Y tomó una decisión complicada pero necesaria, sin acertar en las formas. Echó a Luis García Plaza y trajo a Javier Aguirre. El vasco ha salvado al equipo con una media de puntos impresionante de 13 puntos en 9 partidos, el gran acierto de la temporada.
Cesó al técnico que apoyaba toda la afición y, echándosela a sus espaldas, hizo lo que debió hacer: tomar la mejor decisión para el equipo. Porque sin este cambio de entrenadores el equipo hubiera descendido y, en vez de elogiar el acierto, se critican decisiones que nada tienen que ver con los resultados obtenidos.
En dos años, Pablo Ortells ha subido al equipo y lo ha mantenido en primera división. Con sus pocos pero definitorios aciertos y con sus varios, pero más intranscendentales errores, ha cumplido los sueños y deseos de los propietarios. ¿Por qué los de los aficionados y la opinión mediática no? ¿Quién lo hubiera hecho mejor? ¿Por qué se critica tanto al director deportivo artífice de mantener al equipo varias temporadas después?
La misión principal de un director deportivo es escoger a un buen entrenador y él lo ha hecho dos veces, ambos han cumplido objetivos. Por delante queda un mercado de verano apasionante con muchos fichajes, bajas y rumores y pase lo que pase, aciertes o falles, tú serás siempre el máximo culpable de lo malo y nunca el artífice de lo bueno porque tú eres la cabeza de turco que necesitan para siempre culpar a alguien.