Marcelo Bielsa dijo: “Tengo claramente visualizado que en los procesos negativos todos te abandonan. Nadie te acompaña para ayudarte a ganar y todos te acompañan si has ganado. Es una ley de vida” y de fútbol, añado. El eslabón más débil siempre es el que está menos protegido y más expuesto. Como el entrenador. Que también es la figura más injusta y resultadista que existe.
A todos nos apena la marcha de Luis García Plaza, pero el fútbol es así. Si no consigues buenos resultados, solo tienes dos soluciones: confiar en el entrenador y fichar jugadores o despedirlo. Y como el mercado de fichajes no está abierto, la única solución para cambiar la dinámica del equipo es sustituir al míster.
El Mallorca es el equipo menos en forma de la Liga. Y es que 6 puntos en las últimas 12 jornadas son números demasiado pobres para un equipo que se quiere salvar. El Getafe ha conseguido 17, el Granada 9, el Cádiz 15, el Alavés 7 y el Levante 11. Y aunque esta sea la primera jornada que el equipo está en descenso, Pablo Ortells hace lo que tiene que hacer.
Quedan nueve finales y tanto la imagen como las sensaciones que despierta el equipo bermellón son deprimentes. Sin casi crear ocasiones de gol y encajando con casi cada aproximación del rival es obvio afirmar que el equipo se le ha caído. O se le ha brotado. Y aunque no sea única y exclusivamente su culpa, su posición es la más débil, la más sacrificada y la más volátil dentro de un club.
Hace un año celebrábamos con él un ascenso histórico y hoy le despedimos con la amarga sensación de lo que pudo ser y no fue. Pero no olvidéis que quien apostó por LGP fue Pablo Ortells y que, aunque el sector mediático del mallorquinismo pida su despido, no se dan cuenta que hace lo que tiene hacer: tomar decisiones más o menos acertadas, porque recordad tanto en el fútbol como en la vida, en algún momento vas a recibir una bofetada de la forma más inesperada.