Nunca un sábado por la mañana fue tan largo. Comenzó con el Twitch en directo a las 9:30h, ese donde el RCD Mallorca hizo un sorteo para saber qué 4.086 aficionados iban a volver a Son Moix; y finalizó con el ansiado e-mail de confirmación. Sí, yo era uno de los agraciados, después de 441 días volvía a Son Moix. Volvía a casa. El domingo, no fue un domingo cualquiera, era domingo de Mallorca, ¡por fin!

Con la incertidumbre de saber cómo sería esta nueva vuelta progresiva a los estadios, antes tocaba recibir al equipo. Y aunque no éramos tantos como en aquella noche mágica del ascenso contra el Dépor, la sensación era la misma. La de un equipo del que podemos sentirnos orgullosos, y una afición volcada con su equipo que derrama ilusión a raudales. Lo sabíamos, los 3 puntos eran nuestros y el partido aún no había comenzado. Tras el recibimiento llegó el momento. El momento de volver a Son Moix. El momento de volver a sentarnos en nuestra casa, esa en la que hemos vivido tantos y tantos momentos. Piel de gallina.

Los primeros instantes del partido fueron algo incómodos. Estaba solo, rodeado de gente desconocida. Me faltaban los míos. Faltaban muchos. No obstante, con el paso de los minutos y en vistas de que el equipo lo necesitaba, empecé a contagiarme del resto de aficionados y empezamos a animar hasta que… Penalty y gol del de siempre, de quien sinó: Abdón. Nuestro Abdón. Ya en la segunda parte parecía que esta pesadilla nunca había ocurrido. Volvía a estar en casa, en nuestra casa, animando al equipo de nuestra tierra y además los Lago Junior, los Salva Sevilla, los Abdón, Valjent, Reina y Gámez seguían estando allí, dejándose la piel en cada balón, como si nada de todo esto hubiera sucedido.

Y es que para colmo Salva Sevilla volvió a levantarnos de nuestros asientos, como ya hiciera en su debut en Segunda B. Han sido 441 días larguísimos, pero ya estamos de vuelta. Sé que es difícil de entender, pero el Mallorca, es un sentimiento, que se lleva muy adentro. ¡Visca el Mallorca!