El Atlético Baleares, tras una temporada muy irregular que le impidió volver a soñar con el ascenso a Segunda División, certificó la permanencia en esta reformada tercera categoría del fútbol español con una racha espectacular de victorias, confirmando matemáticamente la clasificación de forma épica, con un gol de Vinicius Tanque en el 90′ frente al Villanovense. Echando la vista atrás, viendo la mejoría del equipo en esta segunda fase y la innegable calidad de la plantilla, muy bien apuntalada en el mercado de invierno, todos los balearicos se preguntan qué hubiera pasado si el cambio en el banquillo se hubiera producido con más antelación. Parece muy probable que hubieran estado luchando por objetivos más ambiciosos.
De todas formas, hay que reconocer que ha sido una temporada atípica, de calendario corto, en la que una mala dinámica se hacía mucho más difícil de revertir. A lo que hay que añadir que el equipo se viese seriamente golpeado por positivos covid tanto en la plantilla como en los rivales, alterando el calendario y dificultando los entrenamientos grupales, lo que sin duda ha afectado a los resultados.
Viendo las cosas con perspectiva, ahora que parece que empezamos a ver la luz al final del túnel de esta pandemia que ha agitado todo, y finalizada esta temporada trampa en la que había más a perder que a ganar, el club se encuentra en una posición mucho mejor que la temporada anterior, con la reducción a la mitad de equipos en la categoría, lo que significa mitad de competencia tanto para luchar por el ascenso como a la hora de fichar. Se reducen los posibles destinos para los jugadores que quieran jugar en la categoría, lo que automáticamente eleva el caché del club. Además, el club tiene por delante más de tres meses para confeccionar la plantilla, algo que en el último mercado de verano se tuvo que hacer en cuestión de semanas.
Pese a que la Primera RFEF no era el máximo objetivo, hay que valorarlo como se merece. No olvidemos que clubes históricos como el Numancia, recién descendido de Segunda División y que inició la temporada con Manix Mandiola, el Real Murcia o el Córdoba, entre otros históricos, se han visto relegados a la Segunda RFEF. Dicha clasificación a Primera RFEF del primer equipo unida al ascenso del Juvenil a División de Honor hace que tengamos por delante una temporada ilusionante, en la que se estará más cerca del objetivo de la propiedad de colocar al club entre los clubes top del ámbito nacional.