Albert Riera y Victor Casadesús. Posiblemente, los dos únicos jugadores del RCD Mallorca a los que he pitado antes incluso de que salieran al campo. Hace ya mucho de aquello. Hoy en día, ya no siento el fútbol y el Mallorca de la misma manera, pero ahora que lo veo con perspectiva, concretamente de la de un joven que vive a día de hoy del deporte, me río a la par que ruborizo de lo mucho que he llegado a detestar a estos dos profesionales.
Nunca los he conocido. Más allá de algún autógrafo, no tengo recuerdo de haber entablado ninguna conversación con ellos. Y más allá de alguno muy puntual, creo que nunca he visto a ninguno de los futbolistas entrenando. Pero aún así, era escuchar su nombre por la megafonía de Son Moix, y automáticamente ponía toda mi fe en pitar de la forma más estruendosa posible a ambos.
Es uno de los grandes males del fútbol español sin lugar a duda. Un niño de 10 años, silbando sin compasión a dos profesionales que salían al campo siempre con la intención de realizar el mejor partido posible. Y yo aún así, no era capaz de darles una oportunidad. Ahora por suerte he cambiado, y hace ya mucho de la última vez que silbé a un deportista de esa manera, pero me temo que esta es una costumbre demasiado arraigada en el fútbol español.
La gran pregunta es: ¿y por qué no utilizabas todo ese esfuerzo para animar a los tuyos? Lo hacía, ya os digo yo que sí, pero aún así siempre tenía fuerzas para intentar criticarlos. Es común que cuando alguien ve a un chaval haciendo eso con tanto sentimiento, surjan risas entre las gradas, pero hay que intentar evitarlo.
Considero que he sido un gran socio de mi club, y ahora, un buen consumidor de deporte. Pero me es inevitable pensar en todo lo que hubiera disfrutado si en lugar de un silbido, hubiera dado un aplauso. Cambiar estrés, por alegría. Pedir más a tu equipo no es algo malo. Hundirlo no debe ser una opción.
Lo siento Albert. Lo siento Víctor.