Si los ingleses cantaban aquello de que el fútbol volvía a casa cuando organizaron la Eurocopa de 1996, los ibicencos ya pueden empezar a creer que el deporte rey ha encontrado un hogar en su isla. El trabajo, tantas veces silencioso, que lleva haciendo el Ibiza desde hace cinco años hoy ha recogido su fruto más sabroso. Los celestes han eliminado al Albacete Balompié en la segunda eliminatoria de Copa del Rey tras un partido de infarto. El duelo acabó con empate a uno (Álvaro Jiménez marcó para los manchegos al filo del descanso y Núñez puso la igualada para los locales cuando se había cumplido una hora de encuentro) y tuvo que jugarse una prórroga, y también lanzarse cinco penaltis por bando.
Durante la mayor parte de los ciento veinte minutos el Ibiza no dio la sensación de ser un conjunto de inferior categoría. Pablo Alfaro sacó un once que compitió de tú a tú con el Albacete. Las jugadas a balón parado fueron uno de los principales argumentos del Ibiza durante en los compases iniciales. Los insulares –jaleados por los 4.345 espectadores que se reunieron en Can Misses y fueron calentando sus gargantas a medida que la tarde avanzaba y la temperatura descendía– llevaron la manija, pero el gol se lo encontró el Albacete. El chut de Álvaro Jiménez fue la peor noticia del primer tiempo (no dispararon más los de Luis Miguel Ramis) junto a la lesión de Morillas, al que retiraron del campo en camilla, triste presagio de la lesión que se confirmó después.
El Ibiza no desentonó en la reanudación. Es más, redobló su apuesta y se fue decidido a por el empate. El público protestó con vehemencia un gol anulado a Pep Caballé en el minuto 48. El tanto invalidado llegó en una jugada donde todo el Ibiza apretó en el área de su adversario. El que sí subió al marcador fue parecido. En esa ocasión el encargado de remachar el empuje ibicenco fue Miguel Núñez. El estadio celebró al unísono un gol que se recordará durante mucho tiempo en la isla.
De ahí hasta el pitido final los dos equipos jugaron a guardarse las fuerzas necesarias para noquear a su contrincante con un golpe certero. Germán estuvo providencial para frustrar ocasiones claras de Castillo, Álvaro Jiménez y Ojeda. Las intervenciones del portero ibicenco resultaron fundamentales para aguantar a un Ibiza que no se descompuso en la prórroga. Con Sibo y Raí, que salieron en el tramo final, dando aire a los celestes, Can Misses llegó a la tanda de penales convencido de que pasar era posible.
“¡Sí se puede!” fue un cántico que resonó durante los últimos capítulos de un cuento que parecía no querer acabar. Lo hizo cuando Diego Mendoza, al que Alfaro sacó en el minuto 119 por un Rubén González que, desfondado, lo había dado todo en defensa, igual que Gonzalo, Grima o Mariano, otros héroes anónimos de la eliminatoria copera, marcó el quinto penalti. Los cuatro anteriores (lanzados por Javi Pérez, Javi Lara, el propio Gonzalo y Rodado) entraron en el arco de Brazao. El cuarto del Albacete, tirado por Olabe, lo escupió el poste. El gol del ariete argentino desató la locura en Can Misses. El fútbol ha llegado para quedarse y este Ibiza promete más noches de vértigo, euforia e ilusión aptas para público de todas las edades –prueba de ello fueron los más de quinientos chicos y chicas de las escuelas de fútbol de toda Ibiza que vibraron con la eliminatoria invitados por la entidad celeste.
El calendario no da tiempo para respirar y paladear el éxito. De momento, el martes, nuevo sorteo de Copa del Rey con un posible rival de Primera División a la vista. Y, que nadie se olvide, un día después, partido en casa contra Las Palmas Atlético en liga, los verdaderos deberes de un equipo que ha decidido no ponerse límites cuando le toque salir de excursión en esta bendita Copa del Rey a partido único.