Nos tenemos que remontar al año 2010. Son Moix era una fiesta porque se terminaba una temporada histórica para el club bermellón. El equipo de Gregorio Manzano había cuajado un año de ensueño, terminándolo como quinto clasificado en Primera División -y sumando un total de 62 puntos-. Los Nunes, Borja Valero, Aritz Aduriz, Mario Suárez o Pierre Webó habían clasificado al RCD Mallorca para jugar competición europea. O eso se esperaba. Primero había que definir si Champions League o Europa League. Sevilla CF y el propio Mallorca llegaban a la última jornada del campeonato con un punto de diferencia. Los andaluces, de ganar, se clasificaban para la máxima competición continental. En Son Moix todo fue maravillosamente bien. 2-0 ganaron los locales al RCD Espanyol con goles de Víctor Casadesús y el mencionado Mario Suárez. Todo dependía del resultado hispalense, que jugaba ante un Almería -en los Juegos del Mediterráneo- ya salvado. Con empate a dos llegaban al descuento. En Son Moix, jugadores y afición estaban pendientes del derbi andaluz. La Champions podía volver a la isla.
Rodri, que llevaba diez minutos en el campo, remató un centro lateral al fondo de la red. Felicidad y tristeza. Sevillistas y bermellones. Todos llorando. Unos de alegría y otros de tristeza. El Sevilla CF finalmente vencía y suya era la posición que daba derecho a disputar la Champions League. El RCD Mallorca, por su parte, volvería a jugar una competición europea tras años sin poder hacerlo. Hasta allí, todo perfecto: grandísima temporada en liga, un grupo de jugadores que siempre quedarán en la retina del mallorquinismo, un entrenador importantísimo para la historia del club y una mancha de color amarillo.
Pero lo peor aún no había llegado. El Villarreal CF denunció al RCD Mallorca a la UEFA y ésta, presidida por Michel Platini, expulsó al club bermellón de competiciones europeas. Dicho organismo retiró la licencia a la entidad balear para jugar Europa League. En detrimento, sería el Villarreal quién jugaría la mencionada competición. Una decisión que la afición bermellona nunca olvidará ni perdonará. El contexto era el siguiente: el club balear estaba en su momento inmerso en un concurso voluntario de acreedores y con una deuda declarada de entre 60 y 70 millones de euros. Sin embargo, la decisión de apartar al RCD Mallorca de la competición europea provocó una reacción inigualable en todo mallorquinista. Una reacción que, seguramente, se vea muy reflejada este domingo, cuando el equipo que actualmente entrena Javier Calleja visite Son Moix. Y es que el Villarreal CF, mediante los despachos, consiguió privar a todo un equipo de un sueño trabajado y conseguido en el terreno de juego. Por eso, ni olvido ni perdón.