El Real Mallorca empieza este próximo jueves su prestigiosa andadura en la final del play-off de ascenso a la Primera División española. Su rival será otro histórico de nuestro fútbol, el Deportivo de la Coruña, que bajo las órdenes de Josep Lluís Martí ha llegado hasta este punto con total merecimiento, tras eliminar al gran favorito a ascender como era el Málaga, consiguiendo la victoria tanto en la ida como en la vuelta.

No existe reto mayor. El todo o nada. Para la historia o para el olvido. Así de equitativo pero cruel es este juego que a tantos les quita el sueño, y que por eso nos emociona. No podría ser menos: tras más de dos temporadas remando, el Mallorca empieza a vislumbrar la orilla en el horizonte, y esta, es sin duda la más preciada de todas. El capitán Moreno ha guiado esta nave hasta llegar hasta aquí, con la posibilidad de conseguir el botín más valioso, volver a la élite tras más de 6 temporadas.

Pero claro, evidentemente el conjunto bermellón no se encuentra en un camino de soledad hacia dicho deseo. El Deportivo de la Coruña, recién descendido de la categoría a la que anhelan regresar y con un arsenal inmenso de munición para hacer mucho daño, está dispuesto a echar el resto por arrebatarle a los baleares dicho tesoro, como no podría ser de otra manera llegados a este punto. Dos asaltos y un vencedor final, con la primera parada en tierras gallegas.

Si al Mallorca le entró algo de vértigo en los primeros compases de encuentro en el Carlos Belmonte de Albacete, que se abrochen todos el cinturón y que se preparen, porque lo de Riazor puede dejar incluso en evidencia al ambiente del coliseo manchego previamente mencionado. Hace ya días que en las taquillas de los aledaños del templo coruñés se colgó el cartel de ‘entradas agotadas’, y claro, 33.000 voces al unísono, espantan a más de uno. Como siempre, la clave será mantener la calma y la cabeza fría para así llegar vivos a los últimos compases de la contienda, y por lo tanto, tener opciones reales para luchar aún más en el partido de vuelta.

Se espera a un Mallorca aguerrido y valiente, siendo consciente de que esta es la oportunidad que tanto tiempo lleva buscando la entidad palmesana, después de años de trabajo y aprendizaje. Con Budimir, sin Budimir, con Aridai o con Leo… el tiempo nos despejará las dudas. Los once que salgan, a comerse el césped y que ruede, que ruede ya el cuero en esta última cruzada por la gloria final.