En tiempos de noches europeas de gloria y fantasía, de gestas y sorpresas, el mallorquinista medio abre la cajonera de su característico pesimiso, tan en desuso en este año 2 d. VM (después de Vicente Moreno), y se acuerda de Molde. Pintoresca ciudad noruega, a 500 kilómetros de Oslo y rodeada de montañas, lagos y fiordos, de difícil acceso terrestre y con una historia que contar. El marco, la tercer ronda previa de la Champions League 1999/00. Los nórdicos, con una eliminatoria más en el camino, endosó un 0-4 al CSK en Moscú, remontando el desfavorable 0-2, y se ganó el privilegio de ser el segundo equipo visitante en jugar en el recién estrenado Son Moix, tras la visita del Real Madrid.

Banderín correspondiente al partido.

La ida, sin embargo, se disputó en el Aker Stadion, situado en un paraje innmejorable. Los balnquiazules, que partían inicialmente como underdogs, lograron rascar un positivo 0-0, dejando la eliminatoria totalmente abierta. Se fiaban del abrasador sol que les esperaba en la isla. Acompañados de sus mujeres y aprovechando cualquier instante para absorber los rayos de los que tan raramente disfrutaban, los noruegos se plantaron en Son Moix el 25 de agosto de 1999 con mucho que ganar y poco que perder.

Enmarcado en un fiordo, el Aker Stadion goza de un entorno privilegiado.

Ante 18.000 espectadores hambrientos de gloria, Mario Gómez alineó a: Leo Franco; Niño, Olaizola, Siviero, Miquel Soler; Engonga, Ibagaza, Stankovic; Carlitos y Jorge Quinteros. Bajo palos, el debut no tan soñado de Leo. La lesión de «El Mono» (que, guasónn como siempre, declaró: «ayer no podía ni andar y hoy sí, pero parezco el capitán de Moby Dick») le brindó la oportunidad, en una no tan soñada noche, de debutar con el primer equipo bermellón. Biagini y Miquel Ángel Nadal fueron otras de las bajas sensibles con las que contaban los isleños, que salieron temerosos y apáticos. Los errores de concentración y de sincronización se sucedían, bajo la presión de estar obligados a anotar. Aún así, Stankovic gozó de un penalti que no erró, y el Mallorca recibió una bocanada de aire fresco. La segunda mitad, aunque ligeramente más controlada, fue la clara prueba de miedo escénico.  Con las piernas temblorosas, Fernando Niño cometió un penalti en el 84 y Andreas Lund representó gráficamente las pesadillas bermellonas.

«En Argentina esta derrota se define con una palabra: somos muy pelotudos, que en España quiere decir gilipollas. Por eso perdimos». Así de disgustado se mostró Mario Gómez, que rajó de todo y de todos tras la derrota.

Lo que parecía un mero trámite acabó por ser una de las primeras y más aciagas noches. La aparente inferioridad del verdugo provocó una enorme decepción en la parroquia bermellona. Los aires de grandeza con los que llegaba el equipo tras el subcampeonato en la Recopa de Europa recibió una necesaria lección de humildad. El club perdió unos ingresos potenciales de 450 millones de las antiguas pesetas y, como compensación, disputó la UEFA Cup (la actual Europa League), en la que escribió una historia completamente diferente, y no por ello menos maravillosa, eliminando a Mónaco y Ajax por el camino.

El Molde F.K, por su parte, fue emparejado con Real Madrid, Oporto y Olympiakos en un durísimo grupo E. Tan solo ganó en una ocasión, 3-2 ante los griegos, pero tuvo el placer de recibir al que acabaría siendo campeón de aquella edición. Al menos, tras su vuelta a Molde, pudieron presumir de moreno y experiencias en la costa de Hjertøya.


“Sa Llotja” pretende, a modo de museo y a través de fotografías, personajes, partidos históricos, portadas de periódicos… exponer la historia del Real Club Deportivo Mallorca. Cada jueves, una nueva entrega: