Un viaje de Pep Bonet (Palma, 1957) a una Serbia destrozada por la guerra en busca de talento influyó de manera determinante en la historia del Mallorca. Él apostó por un Héctor Cúper desconocido lejos de su Argentina querida o Valerón, por entonces un joven canario que parecía llevar el cuero cosido a la diestra, aciertos que le auparon al trono de los directores deportivos bermellones. Pero hay fichajes que parecen predestinados: horas antes de volver de Belgrado, Bonet acabó viendo un partido del Radnicki, por entonces en Primera división B serbia. Un extremo zurdo cegó al mallorquín y comenzó los trámites para traerselo consigo a Palma. Jovan Stankovic (Pirot, 1971) llegó a la isla durante la Navidad de 1995 para escribir su propio capítulo en la historia.
Su peculiar carácter, balcánico en definitiva, moldeó su paso por el Mallorca. La parroquia del Sitjar se rindió, desde el primer día, a su sublime pierna izquierda y su temperamento, convirtiéndose en el niño bonito de la isla. Chocó con entrenadores y rozó su salida del club en repetidas ocasiones. Su rendimiento colgaba del hilo de la confianza y nadie lo comprendió mejor que Cúper: «Stankovic dependía de lo que le dieras. Si vos le dabas confianza, él te daba la vida». La asistencia a Carlitos en Vallecas, a Biagini y Dani frente a Chelsea y Lazio en el sueño europeo y el cierre de telón del Sitjar con una maravillosa falta directa frente el Celta de Vigo fueron puntos álgidos de su carrera como mallorquinista. No obstante, gran parte de la leyenda de Stanko reside en su mayor error.
Tras ascender la temporada anterior, el Mallorca de Cúper eliminó a Sóller, Las Palmas, Celta, Athletic y Alavés para plantarse, cara a cara, ante el flamante campeón de liga: el Barcelona de Van Gaal, Figo, Rivaldo y Miquel Ángel Nadal. 29 de abril de 1998 y Mestalla se rendía a dos magnificos equipos. Uno, no obstante, con el apoyo de su entregada afición y el de toda España, maravillada por su gesta histórica y contra pronóstico. El argentino alineó el siguente once en la segunda final de Copa del Rey de la historia mallorquinista: Roa; Olaizola, Marcelino, Iván Campo, Romero; Mena, Engonga, Valerón; Ezquerro, Amato y Stankovic.
Corría tan solo el minuto 7 cuando Stanko remató de volea una gran jugada individual de Amato y entró en un trance dominado por la locura. Su rostro exultante fue el de toda una isla. Rivaldo empató el la segunda parte y Mena y Romero dejaron a Cúper con tan solo nueve hombres disponibles para un frenético tiempo añadido, en el que ambos equipos tuvieron ocasión de llevarse la Copa. La maldita tanda dictaría sentencia. La quinta ronda de lanzamientos acabó con empate a tres y abrió las puertas de la muerte súbita. Tras marcar su correspondiente penalti, prueba más de su carsima, Carlos Roa atajó su tercer penalti de la noche a Luis Figo. Jovan, lesionado, era el encargado de lanzar el decisivo. Su zurda erró y su rostro tocó el extremo opuesto al de una hora antes. Al decimosexto lanzamiento, Hesp adivinó las intenciones de Eskurza y apagó la final.
Nunca el Mallorca había derrochado tanta dignidad y amor propio como lo hizo aquella macabra noche valenciana y se atrevió a contradecir a un Luis Aragonés del futuro: el subcampeón de aquella Copa del Rey 97/98 fue y sigue siendo recordado. Stankovic recibió el perdón de la grada en la noche que sellarían su matrimonio, en la salud y en la enfermedad.
“Sa Llotja” pretende, a modo de museo y a través de fotografías, personajes, partidos históricos, portadas de periódicos… exponer la historia del Real Club Deportivo Mallorca. Cada jueves, una nueva entrega: