RCD Mallorca | S8 18:00 | Málaga CF |
Son Moix / Movistar + Partidazo | ||
Árbitro: Aitor Gorostegui Fernández (Colegio vasco) |
La gran oportunidad sería el título perfecto para la película a estrenar el sábado en Son Moix. El Mallorca se enfrenta a uno de los pesos pesados de la categoría que, pese a estar experimentando su primer bache de la temporada, va armado hasta los dientes. La semana pasada concedieron su primera derrota en La Rosaleda, ante un Granada intratable. Llevan dos semanas contando sus partidos en derrotas, al contrario que el Mallorca: ha vuelto a encadenar dos victorias consecutivas, algo que inédito desde agosto. La imagen de los andaluces, además, tampoco está siendo la habitual, mostrándose más endebles de lo habitual en defensa y poco acertados en los metros finales. Además, sufren bajas del calibre de Adrián González, Kone, Luis Hernández y Mula, fichas importantes para Muñiz.
No obstante, su gran fondo de armario les está permitiendo paliar estas bajas sin demasiadas complicaciones: Pau Torres, jóven central cedido por el Villareal, está asumiendo galones y responsabilidades ante la baja de su pareja de baile, Luis Hernández, siendo él el encargado de la salida de balón; N’Diaye, como uno de los jugadores de mayor renombre de la categoría, está multiplicando su radio de acción para suplir la baja de Adrián, juagdor mucho más cerebral; y Harper, que volvió de su lesión justo a tiempo para suplir a Kone (que, curiosamente, le suplió a él cuando cayo lesionado), es el nexo de unión ideal entre el medio campo y Blanco Leshuk, pichichi del equipo con seis goles.
Por su parte, el Mallorca de Vicente Moreno viene de caer eliminado de la Copa del Rey ante el Valladolid. Alineando a los menos habituales, volvió a demostrar cual es su arma de mayor calibre: la extrema competitividad de toda la plantilla. Aunque parece que habrá que esperar una semana más para el retorno de Manolo Reina, Lago Junior se presenta, por su indomable estado de forma, como la gran amenaza para la retaguardia malagueña.
En un partido a vida o muerte, un solo gol puede dictaminar la gran oportunidad del Mallorca para asaltar el muro que le separa de ser –sin perder la perspectiva– un aspirante a tener en cuenta.