Cuando no puedes dormir tiendes a pensar. A pensar mucho. A volver a momentos del pasado, a saborear el presente y, sobre todo, a fantasear con el futuro. A todo ello, con un contexto en el que el RCD Mallorca es el protagonista, la cosa se pone más que curiosa. Durante la madrugada mi cabeza hace un recorrido de todo lo que ha llevado al conjunto bermellón a estar cerca del play-off en esta temporada. Me alejo bastante de los primeros años del siglo en el que estamos, también dejo atrás la Copa del Rey del 2003, incluso la jugarreta que el Villarreal nos hizo con la Europa League. Recaigo en la primera temporada en Segunda División con José Luis Oltra liderando un proyecto que tenía el claro objetivo de volver a Primera. Un bloque muy parecido al que certificó el descenso pero que no estuvo a la altura. Perdonadme la expresión, porque en esa temporada (la 13/14), la hostia fue tremenda para todos. 

Con la pena de vivir por primera vez un descenso, mi cabeza se ilumina y valora el pasado del club bermellón. Tendemos a valorar mucho más las cosas cuando uno las pierde. Esto no fue una excepción. Pues imagínense -seguro que sentisteis lo mismo- lo que uno siente cuando ve que el equipo de tu vida desciende a Segunda B. Antes de todo ello, sin embargo, nada más que diez entrenadores intentaron en Segunda División salvar al Mallorca del descenso. Todo intentonas fallidas. Qué demonios. Definir todo ello con «fallidas» se queda corto. Temporada tras temporada uno solo quería ver a su equipo en la zona tranquila. Entre los diez entrenadores mencionados aparecen Valeri Karpin, Miquel Soler, Fernando Vázquez, Sergi Barjuan y Pepe Gálvez.

Pepe Gálvez. Recuerdo vagamente sus -creo- seis partidos al frente del equipo bermellón. Venía para sustituir a Albert ‘Chapi’ Ferrer y el ‘I tú, puges?’. Madre mía qué nostalgia de repente. Nostalgia negativa, no nos engañemos. Gálvez no lo hizo mal -más tarde lo bordó con el filial en Tercera-. La afición le quería, pero no se tuvo paciencia con él, una pena enorme. Dio la cara cuando peor estaba el equipo hasta que llegó Fernando Vázquez. El hijo prodigo. El que nos devolvería a Primera. Recuerdo su rueda de prensa de presentación. Es el hombre que el Mallorca necesitaba. Consiguió in extremis la permanencia y en la temporada siguiente, qué cosas, la misma historia de siempre. El Mallorca descendió a Segunda B. Yo estaba en Anduva. Qué mal trago. El peor de mi vida. El descenso era algo que tarde o temprano iba a pasar, porque en todas las temporadas en Segunda los bermellones estuvieron más tiempo abajo que otra cosa… Pero, por fin, llegó un tío sensato. Vicente Moreno. 

Pep Lluís Martí en la presentación del partido benéfico por Sant Llorenç, donde él es el seleccionador balear.

Qué decir de Moreno. El entrenador soñado para una afición rota. Pocas veces en los últimos años el Mallorca ha tenido un entrenador como él (solo me viene Manzano para hacer un símil). Del presente poco se puede decir. Uno tiende a saborear el momento. Y eso es lo que todos hacemos con este equipo actualmente. Porque el año pasado disfrutamos como enanos y este corrobora el gran grupo que tiene Moreno. Sin embargo, mirar al futuro siempre crea expectación. Moreno no estará siempre aquí. Tarde o temprano se irá y vendrá otro. Ese otro, más pronto que tarde, será Pep Lluís Martí. La vida y sus caprichos, supongo. El ex jugador del Mallorca ya ha empezado su carrera como técnico cuajando una maravillosa temporada con el Tenerife. El futuro del Mallorca es muy prometedor y, echando la vista atrás, siempre que se ha pasado un mal momento, ha venido uno de muy bueno. Esperemos que los próximos años no sean una excepción.