El fin de la mareante resaca post-ascenso de hace unos meses abrió el telón a una siguiente etapa de no tan dulce sabor: las primeras cuestiones (inicialmente, sin respuesta) que encaran el inicio de una nueva temporada. Y claro, no todas del agrado de los puramente bermellones, pero necesarias al fin y al cabo.
¿Cómo continuar y con quién?, ¿quién debe abandonar el barco? y tantas otras cuestiones que invadieron las cabezas rondantes por los aledaños de Son Moix. Preguntas que son como los impuestos o la muerte; sólo el tiempo las resuelve. Una de las dudas que más ha estado retumbando en nuestras mentes tiene, por suerte o por desgracia, nombre y apellido: Abdón Prats.
El de Artà ha sido uno de los más discutidos, eso es indudable. Por no tener un (hipotético) nivel para Segunda, por no tener una dilatada experiencia en la categoría o por simplemente tener que ceder el sitio a un utópico delantero superior llegado de tierras lejanas. ¿Y que hizo él? Ver, callar y otorgar. Pues sí, como suena y como lo ha demostrado a lo largo de la pretemporada y en la primer jornada de campeonato liguero, más allá del gol.
Desde el primer día, Abdón se dedicó a hacer lo que mejor se le da: demostrar mucho y hablar más bien poco. Los hechos han hecho callar a las voces más discordantes emperradas en la no-continuidad del ariete mallorquín. Pico, pala. Pico, pala. Y ténganlo claro, así va a seguir hasta que le dejen, siendo el que ha sido siempre haya donde haya ido: el que nunca hace nada.