CD MIRANDÉS 0 0 RCD MALLORCA
CD Mirandés: Limones, París, Isrrael Puerto (Melli, 46′), Prieto, Kijera. Llorente (Antonio Romero, 67′), Rúper, Borja Sánchez, Diego Peláez (Pito, 49′), Yanis y Cervero.

 

RCD Mallorca: Manolo  Reina; Joan Sastre, Bonilla (Fran Gámez, 8′), Raíllo, Xisco Campos; Pedraza, Aridai (Álvaro Bustos, 60′), Salva Sevilla, Abdón Prats (Faurlín, 72′); Álex López y Lago Júnior.
Asistencia: 6.270 espectadores

Miranda de Ebro despertó entre nubes grises, pero esta vez nada ni nadie paró el día apuntado para  todo el mallorquinismo justo después del 4 de julio de 2017. Mismo escenario, Anduva, para coser un hecho en forma de puñalada. 385 días después del descenso, Mallorca volvió al fútbol profesional. Mudanza rumbo a la casa de alquiler de Segunda A. La de siempre es Primera, aunque habrá que esperar porque está hipotecada. En una operación remo colectiva de éxito, el conjunto bermellón subió del pozo. Categoría de cobre delante de la más complicada división. 4 elegidos de 80. Uno ya es el Mallorca.

Antes del comienzo, el encuentro ya desprendía la mística de una masa en conocimiento del polvo destructor del pasado. Sin embargo, ahora eran pertenecientes del primer clasificado para los playoff, el primero en proclamarse campeón de su grupo. La muestra del mejor equipo, los mejores jugadores, en definitiva, del mejor futbol. Y Vicente Moreno, divorciado de especulaciones, desplegó el once de gala. Igualmente la relación de un gran equipo con un decorado como el de Anduva, enemiga esta de la circulación más allá de combinar cinco veces seguidas, requería reinar moldeando el tiempo a la imagen y semejanza mallorquinista. Sacaron adelante el objetivo, pero hubo momentos de incomodidad. No fue noticia el campo de Anduva completo en busca de la machada local. Ya la primera mala noticia llegó en forma de lesión. Bonilla tuvo que retirarse entrando un Fran Gámez que cumplió de la mejor manera posible.

Anduva recogió una atmósfera ensordecedora y en el terreno de juego se codificó la transmisión de tensión de la grada. Cosa que el ruido le cogió la mano a la interrupción en el verde. Falta con falta igual a pobre juego. Tuvo que ser Salva Sevilla, pasado el cuarto de hora, quien hiciera el primer disparo a puerta del Mallorca. El Mirandés, por su parte, se agarraba a la producción lateral, prácticamente catapultada por Paris aunque desaprovechando Yanis oportunidades manifiestas de gol que fueron por encima de la portería bermellona.

Más de 400 mallorquinistas llenaron el fondo sur de Anduva. Foto: Martín Comas (todos los derechos reservados).

Un Mallorca impreciso en el centro del campo que, al paso del tiempo y en mente una renta de dos tantos, fue comprando parcela a parcela terreno a los locales. Estos inveietieron prácticamente todo al balón parado por la escasa combinación que fue imposible llevarla a cabo para los dos bandos. La explosividad de nervios de noventa minutos al todo o nada en la estrechez del campo mirandesista fabricó un encuentro de mucha paja y poca resolución. Situación más que favorable para los de Vicente Moreno que, este y su segundo Dani Pendín, plasmaban dos locas conscientes en la zona técnica de la importancia del partido.

El tiempo cada vez más aplastaba al Mirandés y el Mallorca expresaba ligereza mental viendo el marcador anunciando la recta final favorable. Entre el cambio de Abdón con la entrada de Faurlín que proseguía a contener el núcleo dando más libertad a un Salva Sevilla más contento, y la tradicional amonestación a Reina por la pérdida de tiempo, el fondo sur lleno de mallorquinistas sacaba humo del aliento desesperante en rajar el tiempo para que se parase y todo la travesía en B quedara relegada a un rincón marginado.

Y se paró. Tres pitidos inauguraron un Mallorca de LFP. Alegría desbordada y celebración de toda la plantilla en la esquina mallorquinista de Anduva. El final que cierra un círculo de la mejor manera. Ascendiendo y campeonando.

El Mallorca ya es B